Sarkozy pide que los asesinos etarras sean «severamente castigados»
Francia no trata los crímenes etarras como «problema terrorista vasco», si no como problema criminal, cuyos ensangrentados flecos, en puntos muy variados de la geografía francesa, requiere un «tratamiento» policial duro, sin gesticulación política, con los recursos más adecuados para liquidarla. Y desde esta perspectiva ... hay que entender la reacción del presidente de la República, Nicolas Sarkozy, quien no hizo mención al presunto «conflicto vasco» y se limitó a repudiar el asesinato , tener un recuerdo para la familia de la víctima y pedir que sean «severamente castigados sus autores». Recordó además que el agente había muerto «en el ejercicio de su deber en la lucha contra la criminalidad y el terrorismo» y rindió homenaje a los otros policías que iban con él y que, «con peligro para su vida (...), arrestaron a uno de los autores de este crimen odioso».
Francia no percibe la nueva realidad de los grupúsculos etarras, repartidos por toda Francia, como un síntoma de «fortaleza», sino todo lo contrario: una deriva criminal, desarraigada del antiguo «santuario», perdida en unos arrabales suburbanos donde los etarras se esconden como alimañas perseguidas.
Una fuente policial comenta: «Se comportan como bestias heridas. Y son peligrosos. Se esconden donde pueden. Los hemos detenido en Mayenne, en Dijon, en la Seine-et-Marne. Están acorralados. Ellos lo saben».
Vulgares asesinos
Problema criminal, interno, en el suroeste, en el mediodía, en la periferia de París, Francia no teme «grandes acciones», imprevisibles. Se limita a constatar la «deriva criminal». Un policía y dirigente sindical, como Nicolas Comte, de SGP (Unité Police), resume la cuestión de este modo: «Da igual que se trate de etarras o delincuentes comunes: para nosotros, son meros criminales peligrosos. Se comportan como vulgares asesinos: han banalizado el crimen, matando al azar, cuando pueden».
En ese terreno, la ya sólida tradición política, desde los años 80 del siglo pasado, encuentra hoy otro tipo de apoyos, más próximos a la realidad policial más inmediata. Los sindicatos de policías piden estar mejor armados para afrontar las nuevas formas de criminalidad, entre las que se encuentran los etarras.
Se hunde más
Durante los ya lejanos años «dorados» del «santuario etarra», la banda podía contar con un largo rosario de complicidades, en el País vasco francés. Cooperativas, eclesiásticos, organizaciones «culturales», podían ofrecer alguna cobertura y apoyo logístico. Por aquellos años, la banda contaba implícitamente con una relativa «pasividad» francesa. La nueva realidad, mucho más difusa, quizá sea más grave para Francia.
Transformada en «problema criminal francés», la banda etarra pierde su ensangrentada «aura» de «organización terrorista», para convertirse en una mera asociación de criminales. Matando a un policía francés, la banda quizá no de un «salto cualitativo»: se hunde más bajo en el hoyo negro que están cavando sus alimañas criminales.
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