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Retrato de la cutrez

Puigdemont, en su apoteósico extravío, no ha asumido todavía que no volverá nunca a ser presidente de la Generalitat

Carles Puigdemont atiende a sus seguidores en Bruselas AFP
Salvador Sostres

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Fue el debate más extraño desde la recuperación democracia. Faltaban dos de los tres principales candidatos: uno encarcelado y el otro fugado. Ahora porque nos hemos acostumbrado, pero fue demencial la estampa. La facilidad con que se acusó a España de ser un Estado «demofóbico» ... y fascista, por el simple hecho de hacer cumplir su Ley, fue tan llamativa como la pasividad de un moderador que más bien pareció un domador de delfines, sólo pendiente del cronómetro y del absurdo formato de tan deprimente debate.

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