Las reclamaciones... al volcán
Terminal 1 (T1) del aeropuerto de Madrid-Barajas. Son las 17.30 del 16 de abril de 2010. En un extremo del vestíbulo de «Salidas» se halla el mostrador de Iberia. Han colgado este cartel: «Atención al cliente y venta de billetes en la T4». ... Pensamos en lo difícil que es ir de aquí a la T4. Pero oteando el horizonte, eso es lo de menos.
Frente al «stand» de Iberia, una mexicana habla por teléfono, muy airada, sentada en una cinta de un punto de facturación cerrado. Se queja amargamente de una aerolínea local que le ha hecho la jugada del «overbooking». No puede regresar a Tijuana. En principio, el problema no tiene que ver con el volcán. «Pero quién sabe», nos dice.
Fin de semana en Madrid
Avanzamos y el asunto empieza a ponerse más feo. La cola en el mostrador de Lufthansa, la línea aérea alemana, da que pensar. Preguntamos a un simpático teutón que espera con sonrisa estoica.
-Vine de Palma y tendría que haber salido hoy para Fráncfort. Pero aquí estoy.
-¿Va a reclamar un alojamiento en Madrid?
-Sí. Espero que nos den una solución para esta noche. Ya he probado a cambiar el vuelo, y viajar de Madrid a Viena o de Madrid a París, y desde esas ciudades desplazarme en tren o en coche a Fráncfort, pero está todo lleno. No es posible. Lo más duro es que no está claro si mañana podremos salir para Fráncfort. Me han dicho que a lo mejor no puedo volar hasta el próximo martes.
Aún no hemos terminado de desperdirnos cuando se nos acerca un señor hablando inglés con fuerte acento francés. Me pregunta: «¿Sabe usted si el aeropuerto de Múnich está cerrado?».
Si Iberia remite a la T4, lo normal es esto. La información en la T1 no sólo no es fluida: prácticamente, no es.
Seguimos. La fila de Swissair resulta auténticamente de aúpa. El cansancio de la gente que espera aquí es mayúsculo. Muchos han optado por comprarse o sacar un libro de tomo grueso, y ponerse a leer, en el suelo, o en carrito portaequipajes. La cosa va para largo. Oigo varios idiomas según paso junto a estos pobres desesperados.
En Ryanair, la espera también da miedo. Converso con una pareja española.
-Nos han dicho que podíamos volar a Fráncfort-Hahn, pero íbamos a facturar y nos dicen que no. Ahora estamos haciendo cola para reclamar que Ryanair nos devuelva el dinero. No sé si habrá que reclamar al volcán. En la misma cola, otro replica: «Aquí no te van a dar ahora el dinero».
Me pego al empleado del mostrador de Ryanair, que atiende en ese momento a una joven. A la afortunada de turno le dice lo siguiente: «Reembolsamos sólo por el trayecto afectado, y tarda unos diez días. El abono es en la cuenta de la tarjeta de crédito con la que pagó».
En la T2, en el mostrador de Air France y KLM, todos, una multitud, se han armado de fe, esperanza y caridad. Hablamos con un portugués y y un valenciano.
-Estamos en la cola desde las ocho. Íbamos a Shangai, haciendo escala en Amsterdam. Ya hemos pasado una noche aquí, en Madrid, que nos la hemos pagado nosotros. No creo que la compañía nos abone el gasto. Pero lo peor era que no sabían cuándo podríamos salir. Está todo lleno. Hemos optado por el reintegro, y regresar a nuestras ciudades de origen (Valencia y Lisboa).
Aprovecho el último paseo entre las cintas transportadoras para saludar a un grupo de estudiantes alemanes. «Hemos pasado tres días de turismo en Madrid y no sabemos cuándo podremos volver a Stuttgart». A ellos no les importaría, da la impresión, pasar más noches en Madrid.
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