La Moncloa y Ciudadanos mantendrán su interlocución pese a la ruptura con los Presupuestos
Sánchez quiere mantener vías alternativas ante la estrategia de Iglesias
Pablo Iglesias ha impuesto su estrategia en el Gobierno y los Presupuestos Generales saldrán adelante con la mayoría de la investidura. Y con un reforzado rol protagonista para Bildu. Un elemento disruptivo que el vicepresidente se ha esforzado en promocionar pese a que los ... votos de Arnaldo Otegui no eran necesarios.
La articulación consolidada de esta mayoría ha frustrado el intento de acercamiento al Gobierno que Ciudadanos (Cs) viene labrando desde marzo y que también defendía una parte del Ejecutivo, que ambicionó un pacto rápido con Inés Arrimadas en verano que sirviera para condicionar al resto de actores en la negociación. Estuvo cerca, pero no funcionó.
El propio Pedro Sánchez , que sin descartar a los socios que lo hicieron presidente también apostaba por mantener abierta la negociación con Cs, dio carta de naturaleza a esta opción. Y para ello encargó a uno de sus hombres de máxima confianza, Félix Bolaños , ser el enlace con la formación liberal.
Frustrada esta operación, tanto Cs como La Moncloa, que no todo el Gobierno ni todo el PSOE, pretenden mantener un hilo de comunicación que permita alcanzar acuerdos puntuales. Presidencia quería el apoyo de Cs a los Presupuestos para revestir las cuentas de una pátina de transversalidad . Iglesias desbarató en septiembre el intento de priorizar a Arrimadas. Exigió que tanto PSOE como Unidas Podemos estuvieran presentes en la negociación y anticipó al presidente que trabajaría en recabar el apoyo de ERC y Bildu.
La cristalización definitiva de esos respaldos expulsó a Arrimadas . «En la tarde del miércoles hablamos, después de que ERC comunicara el acuerdo, y nos dijeron que para ellos era imposible seguir», cuentan en La Moncloa. No obstante, la existencia de esa llamada corrobora la idea de que, aunque sea por intereses diversos, ambas partes han alcanzado un nivel de relación correcto que no existía desde hacía años . «Esperamos seguir hablando. Hay muchos asuntos en los que podríamos pactar», defienden en el entorno del presidente.
Provocaciones
Fuentes del Comité Permanente de Cs confirman que fue el miércoles, tras conocer el acuerdo definitivo con ERC, cuando asumieron que iban a votar en contra. El día anterior, la Comisión de Presupuestos había vetado inicialmente el debate de sus dos principales enmiendas –ayudas a fondo perdido a pymes y autónomos, y baja laboral para padres con hijos en cuarentena por Covid-19–, pero una llamada de Cs provocó una rectificación del Ejecutivo para mantener vivas esas peticiones. Los liberales interpretaron entonces el preacuerdo anunciado por los republicanos como el enésimo intento de provocar su expulsión, pero un día después se dieron de bruces con la realidad.
Sin embargo, en Cs encajan el revés con relativa satisfacción. En marzo plantaron las semillas de la nueva estrategia –levantar el veto al PSOE y abonar su relación– y ya en junio apostaron decididamente por el acercamiento. La idea de Cs, un «win-win» a medio plazo según fuentes muy cercanas a Arrimadas, planteaba dos posibles salidas: la prioritaria, pactar los PGE arrebatando al independentismo el timón de la gobernanilidad ; y la «menos buena», retratar a Sánchez y demostrar que su alianza «radical» es por elección.
Ambas partes asumen que ahora llega una etapa de competición electoral. Con el PSC al alza y Cs en franco retroceso, los dos pelean por una franja de electorado común en Cataluña. Pero al margen del resultado, ambos encuentran argumentos a favor de la conveniencia de acercarse.
El sector más centrista del PSOE, menguado en representación, pero con algo de voz en el Consejo de Ministros, aspira a que tras la aprobación de los Presupuestos el presidente gane autonomía respecto a Iglesias. «Tienen el objetivo estructural de dar a Cs un poco de aire y hacerle parecer un socio importante y leal», interpretan en el espacio de Podemos. La clave de los próximos meses, dicen, es «hasta dónde baja la capacidad de Iglesias de presionar y cuánto sube la de Sánchez de aguantar». En estos meses Sánchez ha dado carta blanca a Iglesias por el riesgo real de que la coalición se rompiese, porque para Iglesias era prioritario que Arrimadas no estuviese en la foto del acuerdo de los Presupuestos.
Contrapartidas a ERC y Bildu
Una lectura compartida en Cs, donde señalan que Iglesias se ha impuesto por el «miedo» de Sánchez a perder el Gobierno. Los liberales, aun así, mantienen su disposición a negociar «acuerdos moderados», aunque advierten de que el Ejecutivo deberá «rectificar» y asumir posiciones más centristas , alejadas de ERC y Bildu. El «no» de Cs a las cuentas llega por las contrapartidas al independentismo, pero sobre todo porque incorporarlos a la ecuación cuando eran innecesarios revela la intención de compartir un camino en el que Cs no quiere estar. Una legislatura que, avisan en Cs, avanza hacia la reducción de penas a los presos del «procés» o incluso los indultos.
Los de Arrimadas subdividen el Ejecutivo en tres ramas: la que los quería fuera de los PGE –Podemos y una parte del PSOE–, los socialistas moderados que priorizaban a Cs y una tercera pata que buscaba aunar a todos. Esta última es en la que se hallaba Sánchez, que sin embargo al final, aseveran en Cs, se decantó por «la vía Frankenstein» teniendo otra alternativa . Ahora Cs ve opciones de encontrarse con los socialistas moderados en ámbitos como la sanidad, la lucha contra violencia de género o los derechos LGBTI, pero descarta por completo mezclarse en otras como la renovación «politizada» del Consejo General del Poder Judicial .
En Cs han acabado en el «no» después de meses transigiendo con el desdén público del Gobierno, y aferrados exclusivamente a ese canal de comunicación abierto con una parte del Ejecutivo. Su objetivo principal era demostrar utilidad, distanciarse de PP y Vox y sacar del acuerdo a los independentistas. El último punto ha sido imposible , y los primeros tendrán que ser juzgados por los electores.
No obstante, en Cs entienden que su estrategia, que ha generado tensiones internas por el grado de proximidad con Sánchez, finalmente ha sido entendida por el conjunto de la organización –al menos por los que se mantienen en el partido–, y que en cualquier caso tiene como elemento positivo haber visibilizado que, pese a tener alternativa, Sánchez ha elegido la vía independentista.
Esto es crucial para Cs, que pretende que uno de los ejes de su recuperación sea sacar de la abstención a aquellos electores más centristas que lo abandonaron en la repetición electoral del 10-N e incluso atraer a algunos que votaron al PSOE «con la nariz tapada» cuando Sánchez defendía que no pactaría con los separatistas. Ahí hay, calculan, casi cuatro millones de españoles.