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Jordi Sánchez, profesional de la agitación callejera

Forjado en la Crida de los años ochenta, siempre bajo el amparo de lo público, Sànchez lideró una ANC que es el motor del procès

Dibujo de Jordi Sánchez IVÁN MATA
Àlex Gubern

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Jordi Sánchez Picanyol (Barcelona, 1964) es, por así decirlo, un profesional de la agitación que acaba de ser señalado por Puigdemont como su sucesor al frente de la Generalitat . Aunque muchos le descubrieron cuando en mayo de 2015 sucedió a Carme Forcadell al frente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), su trayectoria como activista arranca como dirigente de la Crida a la Solidaritat , la entidad que durante una década, entre 1981 y 1993, fue válvula de escape del nacionalismo más hiperventilado –usando terminología actual– en los primeros años del «pujolismo».

Bajo la bandera de la defensa de la lengua y la cutura catalanas, en la Crida formó tándem con Àngel Colom, y hasta que CDC dejó de tolerar el experimento –básicamente cortándoles el grifo de las subvenciones encubiertas–, la entidad se convirtió en algo así como una escuela de profesionales del independentismo y de la movilización callejera: se pintaban de negro las cabinas de Telefónica exigiendo rotulación en catalán, se lanzaba pintura rosa a los barcos de la NAVY en el Puerto de Barcelona , se descolgaban banderas españolas o se recogían víveres para Etiopía... una confusa mezcla de activismo social y nacionalismo en los años preolímpicos. Entre el vandalismo y la protesta con tirón, aquellas «acciones» atraparon a muchos «indepes» con ganas de acción, desencantados del pasteleo «pujolista».

Jordi Sánchez fue uno de ellos. Y del mismo modo que su socio siguió por el camino de la política –«opa» a ERC, fundación y descalabro del Partit de la Independència para acabar recalando en CDC–, Sánchez optó por el camino del activismo social , siempre bajo el paraguas de lo público, en un progresivo acercamiento a la órbita de Iniciativa per Catalunya.

Fue su perfil de izquierdas lo que le aupó a la dirección de la ANC, poderosísima entidad que ha sido motor del «procés» , y a la que entonces se quería hacer más atractiva para el campo del «colauismo» tras los años de exaltación y aspaviento de Forcadell.

Muchos que le reconocían un talante moderado le descubrieron realmente cuando defendió a capa y espada la obscena apropiación «indepe» de la manifestación contra los atentados de las Ramblas.

Hoy, Puigdemont ha depositado en él su confianza para que sea el próximo presidente de la Generalitat .

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