Francisco Pardo, la discreción de un político de fondo
Director de Policía Nacional, iba para fiscal pero le fichó Bono. Lleva 30 años sirviendo al Estado

En el palacete de la madrileña calle Miguel Ángel donde se cuenta que el comisario Villarej o casi llega a las manos con los que se le enfrentaron, ahí en esos despachos en los que dicen se perpetró la última brigada política, ... gobierna un anónimo irredento, Francisco Pardo Piqueras , para más señas director general de la Policía Nacional . Susurran que a su llegada al cargo tuvo que poner firmes a ciertos mandos, colegas de aquellos de la trama, que le quisieron colar según qué informes y papelitos apócrifos para firmar, sin sospechar siquiera que este veterano político se lo lee antes todo. Todo. En la cúpula que encontró hizo limpia profunda , le predican ojo para construir equipos solventes y, si hubo cloacas patrioteras, aseguran los suyos que ha dejado aquello como una patena.
Fue designado autoridad absoluta para decidir en l aboda del entonces Príncipe de Asturias el derribo de cualquier avión que pudiera ser detectado bajo control terrorista con fines suicidas
Va para cuatro años que Pardo manda el Cuerpo y no ha dado para un mal titular, tampoco bueno. Que es alguien de fiar lo revela que, recién nombrado en 2004 secretario de Estado de Defensa, fue designado autoridad absoluta para decidir durante la boda del entonces Príncipe de Asturias el derribo de cualquier avión que pudiera ser detectado bajo control terrorista con fines suicidas, tanto si llevaba cientos de pasajeros dentro. Lo que venía a ser abortar un 11-S, que en aquellas fechas todavía llameaba en las retinas, como también el 11-M, que había sido dos meses atrás. Esa responsabilidad le fue consolidada en 2005 por ley, lo que le convirtió en dueño de un botón rojo poderosísimo y en un servidor público 24/7 que bajo ningún concepto podía desconectar de lo suyo. Ni un minuto con el móvil apagado.
Una historia de tesón
Pero situar a Francisco Pardo en papeles más propios de 007 o de la guerra fría tiene algo de mundo al revés. Reservado, que no tímido , extremadamente afable hasta que toca sacar el c olmillo , que lo tiene, no concede entrevistas. Zanja su jefe de comunicación que el director de la Policía no está para dar entrevistas y no hay más que hablar. Así tampoco metes la pata. Es un alto cargo refractario al protagonismo . Lo contrario de quien fue durante más de una década su jefe, José Bono , a cuyas órdenes, con templanza y santa paciencia, estuvo en la Junta de Castilla-La Mancha, entre otros como director de Gabinete y consejero de Presidencia y al que más tarde acompañaría al Ministerio de Defensa para ejercer como número dos del departamento, donde fue clave para la creación de la Unidad Militar de Emergencias ( UME ).
Bromean quienes le conocen bien con que lo más intrépido que ha hecho Francisco Pardo fue mudarse a Toledo –donde sigue residiendo con su mujer y madre de sus dos hijos– dejando Albacete, su minúsculo Abengibre natal de menos de mil habitantes. Allí fraguó lo que sería su récord nacional en los 2.000 metros categoría cadete entrenándose como fondista, disciplina de compromiso, tesón y fuerza mental que, dicen, encierra toda una forma de afrontar la vida. También en el pueblo empezó a trabajar ayudando en el campo, vendiendo melones con la furgoneta de su padre y allí volvería tras licenciarse en 1985 en Derecho en Murcia.
La intrahistoria de quien hoy manda a los 70.000 policías españoles y acumula más competencias que muchos ministerios, es la del mayor de tres hermanos de una familia humilde arraigada en una tierra humilde, de la que se salía para ir a la mili –él a Valencia, Regimiento de Artillería Antiaérea– y sólo si había mucha vocación, para estudiar el bachillerato, que le había pillado en pleno ocaso de la dictadura también en Valencia. Universidad Laboral de Cheste, en pleno ocaso de la dictadura, lo que configuraría su pálpito socialista y la posterior afiliación al PSOE .
«Aún de ser ateo, este hombre irá al cielo», asegura un antiguo compañero de Pardo
No fue Pardo de seminario, como se estilaba en aquellas Españas rurales, no se le conocen fervores religiosos, aunque un antiguo compañero asegura que « aún de ser ateo, este hombre irá al cielo ». Y a falta de la improbable confirmación de tan cristiano fin, donde ya sabemos que no fue nunca es a ocupar el prometedor puesto en la asesoría jurídica de un banco de relumbrón que logró al poco de titularse. Había medio millar de aspirantes, dos plazas y él se hizo con una. Estuvo a punto, pero un profesor de la academia donde a la misma vez se preparaba para opositar, porque Pardo iba para fiscal , le quitó la idea, Paco –le diría– lo tuyo es el servicio público . Y vaya si lo fue, pero por la vía del poder ejecutivo desde el momento en que en su camino se cruzó la política, en la que ha ejercido básicamente como un gestor, no de arribista de aparato .
En la puerta giratoria
Veinticuatro años seguidos estaría encadenando distintas tareas en las administraciones hasta que en 2012 decidió ir –palabras suyas– a «ganarme la vida con una actividad profesional». Hacía entonces un lustro que había dejado el Ministerio de Defensa, ocupado la Presidencia de las Cortes castellano-manchegas y la Vicepresidencia, y se incorporaría a una empresa privada, Tecnove SL , una de las adjudicatarias principales... del propio Ministerio de Defensa. Suministraba, entre otros, la comida a las tropas en Irak o Afganistán , por lo que llegó a facturar 130 millones en los mandatos de José Luis Rodríguez Zapatero . Cincuenta de ellos de 2004 a 2007, la era de Pardo, que con su fichaje como vicepresidente en esa sociedad se introdujo en el maravilloso mundo de las puertas giratorias .
Al margen, el juez archivó una denuncia contra él por la supuesta desprotección de los agentes al inicio de la pandemia que presentó el sindicato Jupol, vinculado a Vox, y salió ileso de la polvareda que levantó el cese del jefe del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales, el facultativo José Antonio Nieto , que en enero de 2020 se había anticipado pidiendo medidas contra lo que se venía encima desde Wuhan y que nadie escuchó. La depuración se atribuyó al titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska .
Yerran quienes cacarean que Francisco Pardo anhela cerrar su trayectoria siendo ministro, por lo que salvo giro de guión de última hora –que todo puede ser–, este al frente de la Policía Nacional será su último servicio al Estado. No hay en él ambiciones individuales y aunque cumple ahora 60 años, llega la hora de priorizar lo personal. Esta carrera se acerca a la meta.
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