El Ejército, al rescate del 'soldado Sánchez'

El segundo pecado original de Sánchez, de más importancia pues ya habitaba La Moncloa y lideraba la lucha contra la pandemia, fue durante su alocución ante las cámaras de televisión el 20 de marzo de 2020: «...también las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad del Estado que ahora percibimos como un escudo insustituible y no como un gasto superfluo». Es decir, que hasta ese momento toda inversión en defensa era vista por el presidente como «gasto superfluo» , sin más.

Ambas afirmaciones revelan la dejadez con la que los asuntos militares son tratados en determinados espectros de la política española y por alguno de sus líderes, que incluso pueden llegar a ser presidentes y organizar cumbres de la OTAN (Madrid 2022).

Pero más allá del pensamiento de Sánchez -en campaña o sincero- se da la circunstancia de que la actual legislatura del Gobierno PSOE-Podemos está profundamente marcada, como nunca lo estuvo antes en democracia, por un despliegue militar ante situaciones de crisis que ha servido para sostener la gestión de La Moncloa. Lucha contra el coronavirus, rastreo de positivos por Covid-19, el temporal Filomena que azotó al centro de la Península, el despliegue en la frontera de Ceuta con Marruecos, la evacuación exprés de Kabul o, esta misma semana, ante la erupción del volcán Cumbre Vieja en la isla de La Palma son seis misiones en las que el Gobierno recurrió a los militares para solucionar situaciones de extrema emergencia y ante las cuales otras instituciones malamente podían haber dado una respuesta tan eficaz.

En palabras de un militar en activo, « estamos demostrando que se puede contar con nosotros no solo para misiones en el exterior tipo Balcanes, Afganistán, las repúblicas bálticas, Malí... sino para acciones y despliegues en España. Respondemos de modo eficaz y creemos que repercute positivamente en la percepción de la ciudadanía hacia nosotros».

Este serial de «Salvar al 'soldado' Sánchez» comenzó el domingo 15 de marzo de 2020 cuando los primeros 900 soldados de la Unidad Militar de Emergencias se desplegaron tras la declaración del estado de alarma por parte del presidente. Comenzaba así la Operación Balmis contra el coronavirus. Durante 14 semanas, las Fuerzas Armadas realizaron 20.000 intervenciones en 2.300 ciudades y pueblos , de todas las comunidades y ciudades autónomas, de las cuales 11.000 fueron desinfecciones, una medida muy necesaria para frenar la expansión del virus. Actuaron en 5.300 residencias de mayores, unos 3.500 hospitales y centros de salud, más de 1.300 centros sociales y trasladaron o custodiaron ataúdes en la morgue del Palacio de Hielo.

A Balmis le siguió la misión Baluarte, ante la segunda ola de la pandemia en septiembre de 2020. En ese momento se dispuso que los militares ayudaran en labores de rastreo del virus, haciendo seguimiento telefónico de los contactos de positivos por Covid-19 . « De nuevo se ponía de manifiesto la agilidad y flexibilidad de las Fuerzas Armadas ante una crisis sanitaria que incidía en todo el territorio». Ya el 8 de enero de 2021, el temporal Filomena obligó a desplegar 1.500 efectivos en Castilla-La Mancha, Madrid y Aragón. Esta era una misión más habitual ante un temporal o incidencia meteorológica.

Otra delicada misión y sin muchos precedentes recientes -solo el islote Perejil- fue la actuación en la frontera de Ceuta con Marruecos. El 18 de mayo el Gobierno de Sánchez recurrió al Ejército como «agentes de la autoridad» para «ofrecer seguridad y apoyo, en colaboración con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado», tal y como explicó el Ministerio de Defensa. Medio millar de militares fueron desplegados para reforzar la situación en la frontera , desplegándose vehículos blindados BMR ante la avalancha de 10.000 marroquíes que cruzaron la frontera de la playa de El Tarajal. La intervención de los militares evitó que algunos de esos niños murieran ahogados.

La evacuación de Kabul y el recibimiento de colaboradores afganos de otros países de la UE en la base de Torrejón fue una acción de la que el presidente del Gobierno también se mostró orgulloso e incluso sacó pecho en diversas comparecencias y visitas a la base de Torrejón una vez que la misión se dio por terminada. «Misión cumplida», dijo Sánchez tras informar desde La Moncloa de que 2.206 colaboradores afganos y españoles habían sido  evacuados con éxito en los vuelos del Ejército del Aire -realmente fueron 1.900 en estos aviones A400M españoles, el resto procedió desde vuelos de otros países con destino Torrejón-. «Éxito de país», esgrimió el presidente.

Al reconocimiento en la base de Torrejón, acompañando al Rey, incluso acudió la vicepresidenta y ministra de Trabajo de Podemos, Yolanda Díaz, aunque evitó poner el acento en que el grueso del operativo fue llevado a cabo por las Fuerzas Armadas: «Las trabajadoras y trabajadores públicos han realizado una labor extraordinaria en Afganistán». De nuevo, pareciese que una líder política de izquierdas quiere no parecer cercana a la inversión en Defensa y las Fuerzas Armadas.

El volcán de La Palma, con la UME como punta de lanza trasladando a personas, enseres y midiendo la toxicidad de los gases emanados en Cumbre Vieja, ha sido la última e inusitada misión de las Fuerzas Armadas durante la legislatura del Gobierno PSOE-Podemos.

Han sido, de momento, 18 meses marcados por una acción inédita y eficaz de las Fuerzas Armadas, que se suma a la habitual en incendios forestales u otras acciones puntuales. « Sin duda debería elevar el debate sobre la inversión en defensa y seguridad -tan necesaria y no superflua como la inversión en sanidad o educación -. Sin lo primero rara vez se da lo segundo», manifiesta otra fuente militar. Además, desde las organizaciones profesionales de militares se insiste en que el reconocimiento debe ir aparejado a una equiparación salarial a Policía Nacional y Guardia Civil o solventar cuestiones la extinción del contrato de aquellos militares de Tropa y Marinería que alcanzan los 45 años.