«Con los datos que había de Es Satty, hubiera estado a la cola de los objetivos a vigilar»

Es más; tampoco había un solo motivo para incluir en ese listado ni a uno solo de los miembros de la célula, «a no ser que a partir de ahora haya que considerar a alguien sospechoso por el hecho de ser joven y marroquí. Es precisamente esto lo que más preocupa: han sido capaces de trabajar de forma clandestina durante meses sin que hayan sido detectados ni llamaran la atención de absolutamente nadie».

En cuanto a la actuación de los Mossos, estas fuentes de la máxima solvencia la defienden: «De noche cerrada, tras una explosión como la que destruyó el chalé de Alcanar y la posibilidad de nuevas deflagraciones, es muy difícil llegar a conclusiones hasta pasadas bastantes horas, cuando comienza el desescombro y se analiza con detenimiento el escenario. Este verano ha habido muchas explosiones de gas y al ver bombonas de butano no era ilógico pensar que el suceso tenía ese origen».

Sí ha llamado la atención el hecho de que ningún vecino de la urbanización tarraconense percibiese el olor nauseabundo que se produce en el proceso de fabricación de TATP, que sí habría sido un indicador importante de lo que se estaba tramando allí.

En cuanto a los terroristas abatidos por la Policía autonómica catalana, las fuentes consultadas aseguran que se trató en realidad de un suicidio, muy al estilo de lo que pide Daesh, en la medida que sabían que les matarían para evitar que pudieran atentar de nuevo. Eso es claro en el caso de los cinco terroristas abatidos en Cambrils , que no solo arremetieron contra el vehículo de los Mossos, sino que después de volcar su coche corrieron hacia los agentes con armas blancas en las manos. «Los policías hicieron lo que debían; después de lo sucedido en las Ramblas no tenían otra posibilidad», sostienen las fuentes consultadas.

En cuanto al autor material de la matanza , que cayó en Subirats, las fuentes de la lucha contra el terrorismo consultadas sostienen lo mismo: «Hay que ponerse en la situación del agente, que ve cómo alguien, que sabe que es un terrorista que ha causado ya una quincena de muertos y con un cinturón que puede ser de explosivos, arremete contra él al grito de Alá es Grande… Alguien puede decir que podía haber tirado contra partes no vitales, pero primero, el implicado hace servicios de seguridad ciudadana y segundo, sabe que el sospechoso no es como los etarras, que la mayor parte de las veces se rendían cuando se veían perdidos, sino un individuo dispuesto a morir matando».

«En la lucha contra ETA aprendimos que sin unidad política, sin la expresa renuncia a obtener réditos electorales del terrorismo, era imposible acabar con los terroristas. Ojalá que ahora se llegue a ese mismo consenso, porque si no se pagará con más sangre», concluyen las fuentes.