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Crimen de Castro Urdiales

El consolador era el cráneo de su novio

Carmen entregó la cabeza de su pareja a una amiga en una bolsa como si fuera un juguete sexual. Hoy declara ante el juez sin que haya aparecido el cuerpo

Compró dos sierras eléctricas y un martillo y sacó más de 6.000 euros de la cuenta de la víctima

La Guardia Civil inspecciona la vivienda donde vivía la pareja en Castro Urdiales EFE
Cruz Morcillo

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«¿Dónde estará este hombre?». La pregunta entre suspiros la lanzó Carmen Merino a su hija y a la otra Carmen, su amiga desde ocho años antes. «Este hombre» era su pareja, Jesús María Baranda, director de banca jubilado, que, en teoría, se había ido ... a pasar unos días de juerga a Fuenterrabía con otro amigo. La realidad cruda es que su calavera estaba guardada en el altillo de un armario de la casa de Carmen Mendoza, conocida de la pareja. Ella creía que lo que reposaba en una bolsa de supermercado era un «juguete sexual», una «marranada» que no quería que viera la Guardia Civil, según le dijo su amiga. Jamás imaginó que el cráneo de Jesús Mari llevaba casi medio año en su piso de Castro Urdiales (Cantabria) cuando una noche de septiembre se decidió a abrirlo porque «estaba harta de tenerlo ahí».

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