El Comité Federal intenta pasar página, pero Sánchez alienta a resistir en el «no»

Sigue en la UVI y a partir de esta semana tendrá ante sí la difícil tarea de convencer a los españoles de que sigue siendo oposición al PP, pero sus dirigentes mantuvieron la compostura al volver a verse las caras. Algo es algo. Se midieron los gritos -escasos en la calle, presencias y ausencias, gestos y silencios, los tuit, y hasta las risas y los murmullos a puerta cerrada; pocos porque fue un debate «duro» y «franco», como reconocería el presidente de la gestora, Javier Fernández.

Eso sí, nada de urnas en volandas y lágrimas tal que el último día de Sánchez, que sigue sangrando por la herida. El exlíder no acudió y nadie sabe si irá a votar en la investidura , pero desmintió a su manera que vaya a dejar el escaño. A las 16.35, cuando todo el mundo andaba recogiendo, tuiteó: «Pronto llegará el momento en que la militancia recupere y reconstruya su PSOE. Un PSOE autónomo, alejado del PP, donde la base decida. Fuerza». Un rumor indignado se apoderó del bando de la abstención vía whasapp: «¡Qué cara más dura! ¿Por qué no ha venido a defender a los suyos?».

No quisieron darle más protagonismo. En el fondo, Susana Díaz y los barones afines creen que el primer envite de la era post Sánchez les ha salido bien no cediendo a la presión. Habrá mandato «imperativo» , explicó Fernández, a los 84 diputados del Grupo Socialista para que primero voten «no» y en segunda votación se abstengan todos, no solo los once de la famosa «abstención técnica» que apadrinaban Eduardo Madina, Emiliano García-Page o Ximo Puig. Estos pretendían evitar la ruptura con el PSC y, sobre todo, diluir la ruptura de los más irreductibles, Susana Sumelzo -ayer recalcó que no se abstendrá, como Odón Elorza-, Margarita Robles o los dos diputados de Baleares, en el «no» generalizado del grupo.

Pero ni Díaz ni Fernández ni Vara dieron su brazo a torcer. Han querido enviar un mensaje de autoridad , que van a «despodemizar» el PSOE, utilizando la jerga del presidente asturiano, para devolverlo al orden jerárquico; por mas que el alcalde de Jun (Granada), José Antonio Rodríguez, acabe llevando a Ferraz las 85.000 firmas de militantes por un congreso ya.

La presidenta andaluza sabe que está desgastada en ese mundo de los afiliados más radicales, como para optar ahora a la Secretaría General, pero intuye que menos tendrá que hacer si el partido sigue en el debate asambleario. Por eso, ha pedido al exvicesecretario del PSOE José Blanco, que presida el Comité Federal en sustitución de su fiel Verónica Pérez -«la autoridad soy yo»-, muy desgastada en la trifulca del uno de octubre, y por eso ha pedido también a la exvicesecretaria Elena Valenciano que defendiera la propuesta de resolución abstencionista triunfadora; por eso y porque había que compensar el exceso de «poderío» andaluz en el tumulto del uno de octubre, que tanto daño ha hecho a sus aspiraciones sucesorias.

Desde el minuto uno, Blanco, a decir de varios presentes, se comportó ayer como lo que esperaban de él Díaz, Fernández y Vara: «mano de hierro en guante de seda» . Comenzó exhortando a todos a «convencer, no a vencer», pero enseguida echó atrás la propuesta del secretario general murciano, Rafael González Tovar, baluarte del sanchismo, consistente en impugnar la reunión si no se quitaba el voto a los miembros de la gestora; en justa corespondencia, dijo, con que los miembros de la anterior Ejecutiva ya no pudieran participar en el cónclave ayer.

Blanco no lo tuvo en consideración, decidido como estaba a n o repetir el espectáculo de asamblea universitaria del uno de octubre. Lo denegó y dio la palabra a Valenciano a favor de la abstención y luego al vasco Txarli Prieto, para que defendiera la propuesta de resolución en nombre del «no».

Luego pidieron turno de palabra 54 personas, más a favor del «no», a razón de cuatro minutos y con la decisión clara desde antes de iniciar la ronde de que, a las 14.00, cuando se llevaran tres horas y media de debate, se votaba... El resto hablaría a posteriori , pero los cinco que quedaron renunciaron finalmente porque no tenía sentido. Los turnos fueron de cuatro minutos que exigió a rajatabla -«seis en el caso de Iceta o de Borrell, defensores del no, para que luego no digan», insiste Blanco- compensando intervenciones a favor del «no» con abstencionistas y dejando a Susana Díaz para el final por expreso deseo de la presidenta andaluza. «Lo pidió ella porque siempre le acusan de hablar primero». Y Díaz intervino, sin mencionar la palabra abstención, para `acordarse´ de Pedro Sánchez: «Todos los caminos son malos porque como ya dije en este Comité Federal en el mes de junio, cuando el partido está abocado a tomar una decisión que es mala o peor, es que estamos en una situación difícil por nuestros propios errores».

Los dirigentes del «no» pidieron a la gestora que administre con «inteligencia» el mandato - que se abstengan solo once - con el fin de no ahondar mas en el cisma. Fue el caso del riojano César Luena, la madrileña Sara Hernández, el castellanoleonés Luis Tudanca, que confian en que no se vote en bloque abstención. Y Pérez Tapias, de Izquierda Socialista quiere «voto en conciencia» de cada diputado.