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Análisis

Chantaje en Navarra

El nacionalismo, como proyecto político, es un negocio en sí mismo que en España sigue garantizando plusvalías a quienes se aferran a él

Ikurriña colocada en el Ayuntamiento de Tafalla (Navarra) en agosto de 2017 ABC
Manuel Marín

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Después de que ETA tildase de «trabajo» su sanguinario historial criminal, los cooperadores necesarios de su coartada, los cómplices de esa mezquina estrategia para que sesenta años de muerte acaben en empate con la democracia, y los alentadores de la inmunidad han movido ficha en ... Navarra. Disecada la serpiente que voluntariamente dejó de destrozar a la sociedad española, sus herederos «políticos» –maldita perversión del lenguaje– tienen libre la vía de la legitimidad para imponer su soniquete del autogobierno, el derecho a decidir, la autodeterminación y la independencia sin pagar siquiera las costas de este sufrimiento humillante para las víctimas. Sin armas todo es legítimo, parece invocarse con ese eterno tufo anexionista en el que Navarra aparece siempre en el ideario nacionalista como una extensión del País Vasco . De nuevo, el independentismo como reclamo electoral, como negocio y como chantaje porque una democracia debe soportarlo todo. Y Cataluña, como modelo.

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