Las calles del desagravio

Son víctimas de la sinrazón de ETA. Su sangre se derramó por un Estado cuya memoria es vaga. Ahora luchan por salir del olvido y el Ayuntamiento de Málaga ha recogido el guante. Tres vías llevarán el nombre de guardias civiles asesinado por los etarras

Las calles del desagravio

Corrían los 80, los llamados «años del plomo». Una época en la que a los asesinos de ETA se les disculpaba bajo el epígrafe «lucha política». Un tiempo en el que nuestros policías y guardias civiles eran enterrados en la clandestinidad y la cotidianeidad de ... sus muertes no ocupaban más de un breve en los periódicos. Una situación auspiciada por una sociedad que rápidamente olvidaba la sangre derramada por ella.

La fecha marcada en el existir de María Pilar García Pertierra es el 14 de julio de 1986 . Ese día —«ese maldito día»—- su hijo Andrés José Fernández Pertierra fallecía . Su vida era sesgada por la metralla y la onda expansiva que provenía de los 40 kilos de Goma 2 ocultos en una furgoneta. El vehículo explotó al paso de un autocar y un microbús en el que viajaban los alumnos del Primer Curso de Circulación y Tráfico para guardias civiles. Murieron 12 personas.

«Dos clases de víctimas»

«Nunca me ha llamado un político», recuerda María Pilar 23 años después. Toda una vida en la que echó de menos un gesto, unas palabras cálidas que vencieran «la soledad institucional que había entonces».y que atenuaran su rabia cuando veía en la televisión como De Juana Chaos, el asesino de su hijo, se paseaba libremente junto a su novia por los exteriores del hospital. «Había dos clases de víctimas: de primera y de segunda».

La lucha de esta madre y de Antonio Gaspar, el delegado en Málaga de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), ha logrado acabar con este olvido. El Ayuntamiento de Málaga ha decidido atender su petición y Andrés José, al igual que Juan Manuel Piñuel —muerto en el cuartel de Legutiano el 14 de mayo de 2008— y Juan García León —fallecido en 1980 en Eibar—, otros dos guardias civiles asesinados por ETA, podrán nombre a tres calles .

«Lo máximo que puede dar una persona es su vida y la situación que hemos vivido estos años nos llenaba de rabia indignación», asegura Gaspar, que añade que «no se acordaban ni de que existían nuestros muertos».

Penurias económicas

Francisco Javier López , de la Asociación de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado víctimas del terrorismo (Acfse), sabe bien que es esa sensación. La ha vivido en sus propias carnes. Camina con el apoyo de un bastón por las secuelas del ametrallamiento que sufrió en el cuartel de Galdácano y que durante mucho tiempo lo tuvieron postrado en una silla de ruedas.

«Mi situación física era mala, pero la económica era peor», rememora cómo salió adelante sin su paga. «Fue hace 32 años, y en aquella época no sólo te olvidaban, te escondían. Cuando mataban a un compañero la misa se hacía a puerta cerrada y teníamos que salir por la puerta trasera», señala López, que ahora denuncia que «estamos cansados de que nos utilicen políticamente, Cuando hay elecciones, todos los políticos se quieren hacer la foto con nosotros».

La mujer y los tres pequeños de José Manuel Baena también sufrieron este olvido . Su hermana Carmen, delegada en Málaga y Granada de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT), puede dar fe de ello. «Su familia tuvo que ir a vivir con mis padres a Canarias porque no tenían dinero. Lo pasaron muy mal».

José Manuel era policía nacional. Un servidor de la patria «que murió como el quería hacerlo», recuerda Carmen Baena, que aclara que «decía que para él hubiese sido una deshonra que lo matar un chorizo de una puñalada». Falleció de un balazo en el cuello que le seccionó la aorta.

Pero su recuerdo para la sociedad desapareció poco después de ser enterrado, y continúa hoy en día a pesar de la firme oposición de su hermana, que quiere que la ciudad de Granada siga el ejemplo de la de Málaga y honre la entrega de José Manuel. «Voy a pedir una cita con el alcalde para que también se le recuerde», añade.

Ninguno en el olvido

«Queremos que ningún agente de la Guardia Civil y de la Policía Nacional caiga en el olvido. Ellos dieron su vida por nuestra libertad y se lo debemos. Son nuestro ejemplo para seguir trabajando en esta tarea que, en ocasiones, nos ha recordado a esos años en los que cada muerto era un número más que sumar a la lista», afirma el delegado de la AUGC.

Las calles en memoria de José Andrés, Juan y Juan Manuel, situadas en la zona Este de Málaga capital , es contemplada por sus familiares y compañeros como un paso hacia el desagravio que durante una época dolía al mismo nivel que los brindis que sus asesinos y seguidores hacían en las «herriko tabernas». Una iniciativa que ya se ha llevado a cabo con otras víctimas en otros municipios de la provincia malagueña y que quiere convertirse en una muestra de orgullo de los que cayeron por nuestra libertad. «Ellos son nuestro ejemplo y nosotros somos la voz de la conciencia».

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