Alejandro Reyes «El «Johnny» está en enciclopedias, libros, París, NY: no podía cerrarse»

-Por un indulto «in-extremis».

-Y gracias a un movimiento social y a la colaboración de ustedes, los medios de comunicación. Me han dado una carta [Unicaja, gestora del Colegio] en la que anuncian que se abre el curso el año próximo y que harán obras.

-¿Hay que mirar de reojillo...?

-No, porque han hecho la convocatoria de plazas. Esperamos que lo modernicen. Ha estado abandonado.

-Como sostienen José Ignacio y Ramiro Villapadierna, usted es ese simpático niño grande, alma del jazz en Madrid desde hace 43 años, que entró de estudiante al San Juan y se quedó allí de extranjis...

-Y conservo una habitación. Incombustible. Hemos sufrido y logrado sobrevivir y va ya para 39 años en el club de jazz. Yo estudiaba ingeniería industrial, pero por una asignatura de resistencia de materiales la abandoné y me dediqué a la música.

-Y puso jazz y flamenco a la altura de la capacidad adquisitiva del estudiante.

-12, 15 o 18 euros, cuando en otros sitios oscilan entre 28 y 47.

-¿Cuánto costaban las primeras?

-Cinco pesetas. Y luego 15, 25 y 30. Había colas hasta Reina Victoria.

-En el «Johnny» nunca hubo arenques a precio de lubina, sí caviar iranía, dice en ABC el camarada jazzístico Luis Martín.

-Pero quiero recalcar que no he sido yo sólo, sino varias generaciones de amantes del jazz y del «Johnny».

-Gillespie, Ornette Coleman, Michel Petrucciani, Lester Bowie, Art Blakey, Tony Williams, Tete Montoliú, Chet Baker, Paul Bley, Dexter Gordon, Mocedades... los grandes han actuado en el «Johnny».

-Y Paco de Lucía, Tomatito, Habichuela, José Mercé, Camarón... Todo, todo el flamenco contemporáneo.

-¿Alguna asignatura pendiente?

-Nos quedamos con las ganas de que viniera Ella Fitzgerald y Sarah Vaughan, ya fallecidas. Tenían un caché de 50.000 dólares. Un dineral imposible.

-¿Cómo conseguía que la apoteosis de la negritud cantara en el «Johnny»?

-Íbamos a taquilla. No le pagábamos los cachés, sino el 85% de lo recaudado. Pero cuanto más grande es un artista más sencillo. Como Dave Grusin y su grupo, de jazz fusión, superfiguras que comieron con los colegiales, jugaron al tenis en las pistal del colegio, hicieron «footing» por la Universitaria...

-Camarón y el trompetista Baker dieron sus últimos conciertos en el «Johnny».

-Fueron memorables. Baker, al día siguiente, se fue a Amsterdam y murió. Cayó por la ventana de su habitación.

-¿Pagaron con cerámica talaverana?

-A uno de los grandes directores, Sergiu Celibidache, le regalamos un plato de Talavera. Eso fue lo que cobró.

-¿Porqué se oye tan bien el «Johnny»?

-Por su salón, con una acústica muy buena, de material muy absorbente.Por el Johnny sobrevuela la magia de los grandes que han pasado, miles y miles. Todo el que llega siente el aura.

-¿El «Johnny» es al jazz como...?

-El Royal Albert Hall en Londres. El San Juan es conocido en París y Nueva York, está en las Enciclopedias, en libros, en biografías. No podía cerrarse.

-La muerte del «Johnny» habría sido la peor noticia desde las de Ray Charles, Nina Simone y Michael Jackson.

-A lo largo de muchos años nos han llamado el templo o la catedral del jazz. Por aquí ha pasado el 80 por ciento de los músicos americanos que pueda haber en una enciclopedia de jazz, todos los europeos, españoles y africanos. Los más grandes, en el «Johnny».

Incombustible _ Cuatro décadas llevando el mejor jazz y flamenco al «Johnny», como el concierto histórico del viernes: «El patrocinio es esencial: Corte Inglés, Ayuntamiento, Comunidad de Madrid y Obra Social de Unicaja», agradece Alejandro Reyes