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El Rey advierte de que la ciudadanía «demanda certidumbre»

Concluye la Conferencia de Embajadores con la que el Gobierno quiere recuperar la imagen exterior de España

El Rey, en la intervención con la que ha clausurado la VI Conferencia de Embajadores EFE | Vídeo: EP
Almudena Martínez-Fornés

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El Rey ha instado a dar respuesta a «una ciudadanía que demanda certidumbre, esperanza y horizontes de prosperidad» ante «una realidad interdependiente y cada vez más incierta». En un mensaje dirigido a los diplomáticos españoles, Don Felipe ha advertido esta tarde de que «vivimos tiempos de cambios geopolíticos y económicos que, sin duda, inciden en el progreso de nuestro país», y les ha urgido a gestionar estas transformaciones «para que, allí donde ahora prima el miedo y la incertidumbre, entre todos seamos capaces de generar concordia, oportunidades y horizontes compartidos; de generar esperanza».

Don Felipe ha transmitido este mensaje durante la clausura de la VI Conferencia de Embajadores, celebrada en la Casa de América de Madrid, en parte de forma presencial y en parte telemática. Hacía doce años –desde 2008– que no se celebraba un encuentro de este tipo –antes eran bienales y ahora se quiere que sean anuales–, pero la reunión de los diplomáticos españoles terminó con pocos mensajes claros, más allá del firme apoyo expresado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a la nueva Administración de Estados Unidos. Por lo demás, no hubo novedades sobre las grandes líneas de la política exterior que el Gobierno bicefálico de Sánchez e Iglesias quiere desarrollar en un mundo cambiante y marcado por la pandemia, la crisis, la inestabilidad y la bipolaridad.

El pasaporte español

De hecho, en la inauguración del encuentro, el jefe del Ejecutivo ha transmitido a los diplomáticos algunas reflexiones, como su convencimiento de que «el pasaporte español figura entre los cinco más poderosos del mundo», lo que abre oportunidades. Según Sánchez, aunque «somos un país de 47 millones de personas en un mundo de 8.000 millones», «nuestro tamaño no debe engañarnos».

En la clausura, el Rey ha aprovechado para agradecer a los diplomáticos su «gran labor al servicio de España y de los españoles» y ha recordado que «durante los meses más duros de la pandemia, allí donde hubo un español angustiado o necesitado fuera de nuestras fronteras, hubo un embajador , cónsul, funcionario o empleado español haciéndose cargo de todo aquello que nuestros compatriotas pudieran necesitar». Aunque tanto el presidente como el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, intervinieron en la Conferencia de Embajadores, ninguno de los dos ha acudido presencialmente a la clausura del encuentro, en la que el Rey ha estado acompañado por las ministras de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, y de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, así como por otras altas autoridades de Exteriores.

Don Felipe ha recordado el «gran cambio» que ha experimentado la política exterior a lo largo de la democracia –«hace 40 años España volvía al mundo», dijo– y ha destacado que ese cambio «habría sido imposible sin la voluntad de servicio, el trabajo bien hecho y el sacrificio personal» de los diplomáticos españoles.

El Rey también ha destacado los «pasos determinantes» que ha dado la Unión en estos últimos meses «para convertir a Europa en un actor global influyente» y para ser capaz de «afrontar los desafíos con garantía de éxito». Además, se ha referido al cambio climático y a las crisis migratorias, dos fenómenos a los que España es «especialmente vulnerable» por su situación geográfica.

Trabajo por delante

Con la intervención del Jefe del Estado concluyó una reunión que, según fuentes diplomáticas consultadas por ABC, no se ha celebrado en el mejor momento posible . Con el coronavirus todavía muy presente en todo el mundo, no han podido reunirse en Madrid todos los embajadores desplegados en el extranjero, por mucho que los ausentes de manera presencial se conectaran al cónclave a través de videoconferencias.

Al margen de esta circunstancia, citas como estas gozan de partidarios y detractores casi a partes iguales dentro del mundo diplomático, al margen de la tendencia política de cada uno. Hay quienes, como han comentado a este diario, no consideran que encuentros así sean realmente útiles. Argumentan que, al tener en cada territorio unas prioridades tan distintas, poco se puede sacar en claro de estas convenciones más allá de unas líneas maestras demasiado generales. Por otro, hay diplomáticos que sí valoran la reunión, aunque exponen que siempre son más operativas – y también más baratas– las conferencias regionales. En ellas se dan cita embajadores de territorios cercanos, que tienen más problemas en común y que, por ende, pueden trabajar con mayor concreción a la hora de abordarlos.

En cualquier caso, las fuentes consultadas coinciden en que en España los diplomáticos tienen mucho trabajo por delante. En medio de una situación de inestabilidad política como la de los últimos años, el país ha tenido que enfrentarse a desafíos de calado en el tablero internacional de los que no siempre ha salido bien parado. Cabe recordar los problemas con Marruecos a costa de la inmigración ilegal, el revés de Estados Unidos al alinearse con Rabat en la cuestión saharaui o el complicado equilibrio político de España con Venezuela. No es difícil pronosticar que, pese a la estabilidad que avanzó Laya, el carácter bicolor del Ejecutivo tampoco jugará a favor de una estrategia unitaria.

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