Madrid acogerá en dos meses una nueva Conferencia de paz sobre Libia

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, expresó sus «fundadas esperanzas» de que las crisis libia se pueda cerrar al finalizar un ciclo de reuniones que comenzó en Madrid el pasado día 17 y que culminará en la capital de España en el plazo de sesenta días.

En medio, se ha previsto que el próximo día 26 haya una reunión de países vecinos de Libia y el 29 otra de esos Estados con las distintas partes en el conflicto libio, ambas en Nueva York. En octubre habrá una reunión de mediación en Argel en la que participarán esos países vecinos con las partes implicadas que expresen su denuncia del terrorismo. La preocupación por el peligro de que el terrorismo yihadista que actúa en Irak y en Siria se extienda a Libia se puso de relieve en la Conferencia de Madrid y es algo que preocupa de manera especial a las autoridades españolas, porque el contagio con otro países del Magreb sería desastroso.

De ahí, que España expresara su interés a Estados Unidos por estar presentes en el encuentro de Nueva York , algo que Kerry entendió perfectamente, y que, posteriormente ya en la reunión, manifestara su agradecimiento a las autoridades españolas «por su esfuerzo y liderazgo» en la contribución a la búsqueda de la paz en Libia.

En la carta enviada por García-Margallo al secretario de Estado norteamericano, y a la que tuvo acceso ABC, le transmite los resultados de la Conferencia de Madrid, al tiempo que le ofrece la posibilidad de actuar de manera conjunta en esa zona en el marco del Convenio defensivo bilateral.

Para subrayar el interés de nuestro país por la estabilidad en la región, le recuerda que España es el primer socio comercial de Marruecos y Argelia y recibe de este país el 45 por ciento del gas que consume, que le llega a través de dos gasoductos. Además, una compañía española -Repsol- es la principal explotadora de petróleo de Libia, sin olvidar que, junto con Italia, nuestro país es el más afectado por la inmigración que llega del Norte de África.

Por ese motivo, España no solo se ha integrado en esa gran coalición internacional formada para abordar la crisis Libia, sino que tiene un especial interés en desempeñar un papel activo en la misma. El ministro, incluso recordó que Madrid fue también en 1991 la ciudad en la que puso en marcha el proceso de paz de Oriente Medio que luego se desarrolló en Oslo.

García-Margallo aseguró que, para España, resolver la crisis Libia es vital, tanto por motivos de seguridad como por los flujos migratorios y por la crisis energética derivada de la situación en Ucrania. Por ello, después de calificar de «paso adelante» la reunión del pasado día 17, manifestó su confianza en que la hoja de ruta diseñada en el encuentro de Nueva York pueda culminar de nuevo en Madrid con una solución que permita la vuelta de Libia a una democracia normalizada.

El ministro se mostró muy satisfecho de lo acordado, porque permite «contemplar con esperanza el futuro y al menos ir resolviendo uno de los muchos fuegos» que hay en el mundo. En la reunión ministerial de Nueva York, en la línea de lo acordado en la capital de España hace una semana, se reclamó el fin de la violencia y se rechazó cualquier injerencia exterior, después de que se hayan producido en las última semanas varios ataques aéreos sobre territorio libio, de los que nadie se ha responsabilizado, pero que responsables estadounidenses atribuyeron a Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, ambos países presentes en la reunión de la noche del lunes. Igualmente, se hizo un llamamiento a las partes implicadas a un alto el fuego inmediato y a un compromiso de acudir a un diálogo político pacífico para resolver la actual crisis. Los ministros participantes insistieron en que no hay una solución militar al conflicto y expresaron su respaldo al representante especial del secretario general de la ONU para Libia, el español Bernardino León.

La declaración final de Nueva York manifestó su apoyo al Congreso salido de las elecciones del pasado 25 de junio y que mantiene su sede en Tobruk, a 1.500 kilómetros de la capital, Trípoli, donde la Cámara saliente se niega a disolverse. Como consecuencia, Libia tiene hoy dos Parlamentos y dos Gobiernos.