El capo de Arosa ahora quiere trabajar en las bateas
Sito Miñanco ha cumplido ya más de tres cuartas partes de su condena pero aún no se le concede el tercer grado
pablo muñoz / cruz morcillo
José Ramón Prado Bugallo (Cambados, 1955), más conocido como Sito Miñanco, ha pasado de ser, según la Policía, el número 1 del narcotráfico en Galicia a presentar ante los tribunales ofertas de trabajo en firme para trabajar en las bateas de su tierra con ... el objetivo de conseguir el tercer grado. Así lo hizo en junio del año pasado, pero hace solo unos meses, en febrero, la Audiencia Nacional desestimó su petición. Por ello, a pesar de haber cumplido ya más de tres cuartas partes de su condena, de tener un buen comportamiento en prisión y de haber disfrutado de un buen número de permisos sin novedad, aún continúa en la prisión de Herrera de La Mancha, en Ciudad Real, donde ve pasar la vida no sin un punto de desesperación... Cree que tiene la libertad al alcance de la mano, pero no la toca; y lo peor para él es que así puede seguir hasta el 2 de julio de 2018, fecha de su licenciamiento definitivo.
Para no liberarlo, la Audiencia Nacional argumentó que «el pronóstico de reincidencia es medio alto»; que no se ha arrepentido y que tiene una «falta de resistencia a los estímulos criminógenos». Es decir, aún está en condiciones de volver a las andadas.
Sito Miñanco fue de los primeros en dar el salto desde el contrabando de tabaco al narcotráfico, de la mano del cartel de Medellín. Así, el experto y arriesgado piloto de planeadoras comenzó a montar una poderosa organización de tráfico de cocaína, una de cuyas bases estaba en Panamá. Eso sí; al estilo de sus maestros colombianos, no descuidó las relaciones sociales y políticas y en Galicia se convirtió en una especie de mecenas que lo revestía de un halo de héroe del pueblo.
Como presidente del club de fútbol de su tierra, el Juventud Cambados, estuvo a punto de conseguir su ascenso a Segunda División, también pagó el altar y el resto de mobiliario sacro de la iglesia de su pueblo y financió parte de la campaña electoral de Noriega como presidente de Panamá, país al que viajaba mucho «por negocios».
La estrella de Sito Miñanco comenzó a apagarse en 1994, cuando fue detenido en Pozuelo de Alarcón (Madrid) por introducir en España 2,5 toneladas de cocaína. Se le condenó a 20 años, pero a los siete fue puesto en libertad condicional... Las escuchas del caso, ordenadas por Garzón, provocaron en 2003 una sentencia del tribunal de Estrasburgo -el mismo que anuló la Doctrina Parot-, que se obligaba a España a indemnizar al capo con 7.000 euros.
En un chalé
Aquello no tuvo consecuencias penales, porque Sito Miñanco había vuelto a ser detenido por la Policía en agosto de 2001 cuando dirigía desde un chalé de la madrileña de Villaviciosa de Odón (Madrid) una operación de cinco toneladas de hachís. Y además no tenía escapatoria, porque cuando los geos irrumpieron en el inmueble daba órdenes en tiempo real a su organización, apoyado en una carta de navegación del Atlántico sur y en un sofisticado equipo de transmisión por satélite.
El capo supo que ese era el final del camino. Estaba en libertad condicional y reincidía con una operación aún mayor. Pero quizá lo que más le molestaba es que no sabía cómo podía haber caído de esa forma, cuando tomaba todas las medidas de seguridad posibles. Dos ejemplos: tenía un teléfono móvil distinto para comunicarse con cada miembro de su banda, un modus operandi utilizado muchos años más tarde por Ana Cameno, la reina de la cocaína, detenida en 2011, y preguntó nada más ser arrestado que cómo lo habían localizado si el Petrel I, el «buque de caza» de Vigilancia Aduanera, lo tenía localizado en puerto.
¿Cual fue su perdición? No supo liberarse de la obsesión de dirigir personalmente las operaciones, rememorando su época de piloto de planeadora. Eso, y que el libanés con el que iba a hacer la operación colaboró con la DEA y la Policía española y permitió meter a los geos en el buque nodriza para que interviniesen en el momento justo del trasvase de la droga al pesquero enviado desde España. Y cometió otro fallo: acudió a una cita en un hotel de Madrid acompañado por su lugarteniente, «Quique Arango», que estaba controlado por la Policía.
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