El liderazgo del PSOE se cuela en campaña
Los aspirantes al relevo Patxi López, Carme Chacón y Eduardo Madina suman 26 mítines y se reabre el debate sobre la conveniencia de un congreso extraordinario
El liderazgo del PSOE se cuela en campaña
Que el PSOE está en situación desesperada lo demuestra el mensaje lanzado esta semana de que el «único resultado digno» que contemplan es ganar las europeas. No obstante, en Ferraz saben que ni una victoria ajustada ni una derrota –por mucho que sea mínima– ... va a salvar al partido de la tromba que se le vendrá encima al cierre de las urnas el 25-M.
Será entonces cuando críticos y aspirantes reclamen el relevo del «aparato», algo de lo que se pactó no hablar hasta después de las elecciones como último gesto de lealtad a Alfredo Pérez Rubalcaba y a su promesa de primarias, aunque contener el debate ha sido imposible. Esta semana un histórico como Juan Carlos Rodríguez Ibarra y el secretario de los socialistas castellano-manchegos, Emiliano García-Page, polemizaban ni más ni menos que sobre la conveniencia de precipitar al partido a un congreso extraordinario. Lo que es tanto como poner sobre la mesa la gran pesadilla de Rubalcaba: que su cuestionado liderazgo se cuele en la campaña.
O en la multicampaña, cuya propia configuración revela en sí que la carrera para sustituirle tiene ya formato y calendario. Sólo los tres principales «protocandidatos» —Patxi López, Carme Chacón y Eduardo Madina— suman 26 mítines, que antes de empezar están concentrando mayor expectación que la despertada hasta ahora por la cabeza de lista, Elena Valenciano. Su andadura camino de Bruselas corre riesgo de ser minimizada en los medios, eclipsada por el juego que prometen dar estos y otros aspirantes a primarias, que tan hábilmente se han sumado al escaparate de las europeas.
Ferraz no lo ha impedido, pero ha querido ocultar la faena de que la campaña de Valenciano vaya a ser utilizada para fines personalistas ajenos con la justificación de que López, o Chacón o Madina son «oradores federales», es decir, miembros de la Ejecutiva federal, expresidentes de un Gobierno o históricos del partido con perfil propio. Aunque tal argumento se deshilacha en el caso de Pedro Sánchez, un diputado por Madrid casi desconocido que también prepara su asalto a la cúpula del PSOE, y que se ha reservado ya al menos tres intervenciones en sendos mítines.
Las encuestas dan pávulo a las ambiciones de todos ellos. La publicada por ABC el pasado fin de semana insistía en la esclerotización del PSOE como fuerza electoral y pronosticaba que perderá los comicios al Parlamento europeo por 4,6 puntos de desventaja ante un PP desgastado, pero al que Alfredo Pérez Rubalcaba con todo su equipo no es capaz de batir. Ayer, el número dos de la candidatura socialista al 25-M, Ramón Jáuregui, daba síntomas de las escasas perspectivas del partido al admitir que, frente a la gravedad de los sondeos, lo que contempla el socialismo «es más un empate —dijo— entre las dos grandes fuerzas en el entorno del 35% de los votos». De aquello de que no hay más dignidad que una victoria, ni palabra.
Solo en ese marco de reconocimiento de que las cosas no van bien se entiende que el partido haya puesto en marcha la precampaña de Valenciano con actos electorales minúsculos en los que se tapan con estandartes las sillas vacías, o con piruetas como sacar a relucir a José Luis Rodríguez Zapatero en un homenaje del PSOE a su triunfo en 2004, en el que fueron muy comentadas ausencias de destacados dirigentes socialistas. Y el escaso público. Con este escenario, el PSOEanuncia también ahora los «minimítines» que allá por 2011 estrenó Rubalcaba en su fallido intento por convertirse en presidente del Gobierno.
La exigencia de un congreso extraordinario planteada por Rodríguez Ibarra no es nueva y son muchos los que ven en este formato la única solución si el PSOE encaja otra derrota electoral. A favor de eso están quienes, como el expresidente extremeño y la gran mayoría de veteranos del PSOE, reniegan ante el salto al vacío de unas primarias que, aparte de inciertas, podrían abocar al partido a una bicefalia letal si el ganador (y por tanto candidato a La Moncloa) fuera alguien distinto a Rubalcaba, y éste a su vez se empeñara a su vez en mantener la secretaría general.
Por ese y por otros motivos, fuera de los focos, hay quien fantasea con la idea de que la convulsión que rodee a la consulta catalana en noviembre disuadirá a todos de celebrar las primarias . Y la única alternativa sería el congreso del que pocos hablan hoy.
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