freno a la inmigración
«Pequeñas púas» para frenar la inmigración: así es la valla de Melilla, fuente de discordia
El Ministerio del Interior defiende la recolocación de la polémica concertina, que ha motivado la apertura de una investigación por parte de la Fiscalía
pablo pazos
Son más de 11 kilómetros de estructura con una altura de 6 metros. Mucho más que un amasijo de hierro. Elementos físicos, ofimáticos y electrónicos dotados de fibra óptica, sensores, cámaras térmicas y cámaras de visión tanto diurna como nocturna. La valla de Melilla ... es el principal elemento disuasorio para frenar la inmigración ilegal que busca acceder a la Ciudad Autónoma para, desde ahí, dar el salto a España. 300 agentes de la Guardia Civil vigilan el vallado, con otros 150 destacados en los puestos fronterizos, más el apoyo suministrado por mar y aire.
La valla vuelve a situarse en el punto de mira informativo por la recolocación de la llamada concertina , un entramado con púas o cuchillas, según las distintas versiones, en la parte superior de la estructura y en tres puntos sensibles, donde se registran más incursiones. Instalada en octubre de 2005 , cuando gobernaba el Partido Socialista , se retiró en 2006 para evitar lesiones a los inmigrantes. Esa concertina seguía y seguirá instalada en la base de la valla. Un elemento idéntico al que se emplea en Ceuta.
Como parte del refuerzo del vallado, explican desde el Ministerio del Interior, se procede además a retirar la sirga tridimensional, consistente en piezas ubicadas en los huecos que se formaban en la triple estructura, para que puedan circular los agentes de la Guardia Civil. También se elimina el llamado floje, ubicado en la parte superior, del que se colgaban los inmigrantes para utilizarlo a modo de trampolín.
Desde Interior aseguran que existen concertinas más agresivas que las «pequeñas púas» , como las definen, que se están colocando en la valla de Melilla. En territorio español, las cárceles cuentan con esta medida disuasoria. Por lo que se refiere a otros países, desde el Ministerio del Interior ponen como ejemplo la frontera entre Grecia y Turquía. O el empleo de concertinas móviles por parte de la Policía en manifestaciones en Alemania y Francia.
Recientemente, el delegado del Gobierno en la ciudad autónoma, Abdelmalik El Barkani , admitía que no le gustan ni la valla ni la concertina, pero señalaba que «lo que está claro es que hay un mandato que hay que cumplir ». El mandato de contener el flujo de la inmigración irregular. En la madrugada del martes al miércoles se abortaba el último intento de asalto a la valla: en esta ocasión, Guardia Civil y fuerzas marroquíes disuadían a un millar de subsaharianos .
Bajo investigación
La valla, con los refuerzos descritos, es a la vez medida disuasoria y fuente de polémica. El pasado 19 de noviembre el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce , anunciaba que había dado luz verde a la apertura de una investigación ante la recolocación de la concertina. «He dado instrucciones para abrir una investigación porque no es un proceder ajustado a Derecho o por cuestiones de estricta humanidad», explicaba Torres-Dulce ante la Comisión de Justicia del Congreso de los Diputados.
Este jueves el presidente del Gobierno explicaba que había pedido un informe al Ministerio del Interior (ya enviado a La Moncloa) a propósito de las nuevas medidas que se están adoptando para reforzar el vallado. «No hemos tomado ninguna decisión sobre este asunto, pero está en estudio», detallaba Mariano Rajoy durante una entrevista concedida a Radio Nacional .
«Tendremos que verlo. Desde luego, lo que no quiero es ni inmigración ilegal, ni poner en peligro la vida de nadie . Todos somos seres humanos», añadía el jefe del Ejecutivo, quien hacía hincapié en la necesidad de «preservar la integridad física». Además, Rajoy hacía hincapié en que la mayoría de los accidentes ( el último mortal, el 5 de noviembre ) se producían no a causa de la concertina, sino por intentar franquear la valla.
Rechazo y críticas
La recolocación de la concertina ha suscitado críticas por parte de la oposición y desde otros estamentos. Este jueves el Pleno del Congreso de los Diputados, con los votos de PP y UPN, tumbaba una proposición para retirar la concertina.
El PSOE daba a conocer a principios de mes el registro en el Parlamento Europeo de una batería de iniciativas para denunciar e instar a la retirada del polémico elemento disuasorio. Entre esas iniciativas figuraban una denuncia ante la Comisión de Derechos Humanos y la solicitud a la Comisión Europea para que instara a España a adoptar dicha medida. Los eurodiputados socialistas también proyectaban reclamar que una delegación del Parlamento Europeo visitara la zona.
La Defensora del Pueblo, Soledad Becerril , aseguró el pasado 14 de noviembre que la recolocación de una concertina en la valla fronteriza de Melilla con Marruecos es «una barbaridad» que puede «producir algún desgraciadísimo accidente». Opinión que, explicaba, había «trasladado a algunas personas del Gobierno».
En opinión de Becerril, «la aspiración a una vida mejor no va a cesar por altas que sean las alambradas», por lo que se mostraba convencida de que no frenarían la llegada de inmigrantes. «Desgraciadamente, habrá otras "Lampedusas"», sentenciaba la Defensora del Pueblo, quien consideraba «imprescindible ampliar los acuerdos con los paises de origen de los inmigrantes».
Asimismo, hacía un llamamiento a la Unión Europea para que brindara su colaboración, dado que el número de personas que intentan acceder a las ciudades autónomas «excede la capacidad de las autoridades españolas».
Para la Comisión Permanente de Cáritas , «la decisión de reforzar la valla de Melilla sólo provocará mayor sufrimiento y dolor ». Está convencida, asimismo, de que «la defensa de las fronteras de un país no puede hacerse a costa de los derechos humanos de las personas más vulnerables, ni contribuyendo a aumentar las tragedias personales y familiares de quienes salen de sus países en busca de un futuro más seguro y más digno».
La Comisión Permanente de Cáritas alerta sobre «el error que supone afrontar la realidad migratoria fundamentalmente desde unas medidas de control y de seguridad que sólo consiguen producir graves daños físicos a unas personas que no van a dejar de arriesgar sus vidas para acceder a unas mejores condiciones de vida».
Cáritas, por último, se hacía eco «de la llamada del Papa Francisco a no caer en la “globalización de la indiferencia”».
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