Aún duerme la ciudad herida
Elecciones Cataluña 2021 | Última hora de la cita electoral del 14F
¿Quién ha ganado las elecciones en Cataluña 2021?
Torpemente Sostres intenta tomar una foto del hotel Alma
La Barcelona cerrada, herida, perdida, aún duerme tranquila. He tenido que presentarme a las ocho en mi colegio electoral porque me había correspondido ser presidente suplente de una mesa. El presidente titular se ha presentado, he firmado mi asistencia y a las ocho y cuarto, ... por no volver a la cama, y por hacer algo de provecho ya que estaba levantado, he quedado con mi querido Lluís Gómez para ir a desayunar al hotel Alma.
Las personas inteligentes no duermen demasiado. Duermen poco y mal, y normalmente con ayuda de fármacos. Dormir es rendirse, mi hija lo dice. El cerebro que piensa medianamente bien y rápido, quiere siempre más estímulo, echarse más sobre la vida, echarse mejor sobre el artículo, y no necesita más de cinco horas para resetearse, ese efecto reparador que dicen que el sueño tiene. Lluís estaba despierto, por supuesto, cuando ha sido convocado.
En cambio, Barcelona dormida, tan bien hecha, tan plácida, tan esponjosa, está tristemente mucho mejor que cuando se pone en marcha. Como ciudad se está destruyendo con una alcaldesa deplorable, a la que miles de barceloneses frívolos, cretinos y muy poco inteligentes han encumbrado con su sufragio. Esto de la democracia. Como capital de Cataluña, da también Barcelona una nota muy baja. Tan lamentable como su alcaldesa son los presidentes de la Generalitat que ha elegido, haciendo el ridículo atroz de los países tercermundistas que toman siempre las decisiones que más pueden perjudicarles. Que una ciudad como ésta, donde tan bien se vive, en la que residen los mejores restaurantes y que está tan precisamente dibujada, esté tocando el fondo de un modo tan bolivariano, es algo que los barceloneses de buena voluntad hemos dejado hasta de pensar, por no tenernos que enfrentar a la desolación del hecho con la amarga impotencia añadida de no poder cambiarlo. Ya de Cataluña, y de lo que nos estamos haciendo los catalanes, mejor ni hablamos.
Pero todo ello parece aún no existir en las calles aún dormidas de mi ciudad. Los colegios electorales no han abierto todavía, cae lenta y fina una leve lluvia invernal. El aire frío en la cara, masculino, vigoroso, literario. El cielo gris contornea mejor los edificios que el sol africano. Favorece las metáforas. El silencio es, en estos años tan tristes, la única música digna que Barcelona sabe interpretar. Para tener alguna esperanza de que esta noche alguna cosa cambie, me la tengo que inventar.