CUENTAS SIN CUENTOS
Un experimento que empieza a salir muy mal
Esta semana hemos vivido la primera claudicación de Trump, que ha establecido una tregua de tres meses para aplicar los aranceles que él llama recíprocos. La medida no acaba con la incertidumbre y con la sensación de que EE.UU. ha dejado de ser un socio fiable
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La montaña rusa a la que Donald Trump está sometiendo a los mercados financieros y la incertidumbre que genera día a día con sus decisiones de ida y vuelta impacta ya a la economía real de todo el planeta. Peter Jarret, exjefe de la Oficina ... de Estados Unidos en la OCDE, asegura en un artículo difundido por Funcas esta semana que «estamos ante un experimento natural que pone de manifiesto el poder de impacto de la incertidumbre en la economía. Es difícil imaginar un conjunto de circunstancias en las que la incertidumbre pueda ser aún mayor».
Y no puedo estar más de acuerdo en que se trata de un experimento. Y es verdad que en los últimos meses estamos asistiendo a otros experimentos, como el de las medidas liberales de Milei en la economía argentina. La diferencia, sin embargo, es que las medidas de Milei no afectan, al menos directamente, al resto del mundo. Los sacrificios los están haciendo los argentinos, y los frutos, esperemos que positivos en el futuro, los recibirán también ellos.
El problema en Estados Unidos es que el experimento de Donald Trump poniendo y quitando aranceles de un día para otro tiene efectos, y muchos. Los primeros y más perjudicados, sin duda, los propios norteamericanos. El descalabro bursátil de los últimos días, pese al espejismo de recuperación del pasado miércoles, está afectando a los millones de norteamericanos que tienen un plan de pensiones, un fondo de inversión o unos títulos de bolsa. Todos estos ciudadanos son hoy menos ricos que hace una semana, y mucho menos que antes de que Trump llegara al poder.
Además, y aunque el miércoles diera marcha atrás en los aranceles recíprocos que habían entrado en vigor unas horas antes, salvo para China, lo cierto es que el arancel universal del 10% está ahí. ¿Qué significa? Pues que los estadounidenses pagarán un 10% más por todos los productos que importen, que son muchos, porque no pueden producir todo lo que consumen. Y además, buena parte de los productos que producen necesitan piezas importadas de otros países, muchas de ellas de China. Hay quien dice que Trump nos está engañando, y que Europa ha tragado con ese arancel del 10%. Pero lo cierto es que un arancel general del 10% tampoco nos afecta tanto. Así, por ejemplo, a los olivareros españoles lo que les preocupa es que pongan un arancel del 20% al aceite español, y al turco o al marroquí solo el 10%. Si es un arancel del 10% para todos, al final solo tiene ventaja sobre nuestro aceite el producido en EE.UU., con el que no pueden satisfacer la demanda. En este sentido, y aunque a algunos les parece cobardía, la actitud de la UE, de dejar que se cuezan en su propio jugo, mientras buscamos acuerdos comerciales alternativos con otras partes del mundo, me parece inteligente. Eso sí, dejando claro que ahí tenemos también nuestra propia lista de productos que podríamos gravar. El ojo por ojo, que es a lo que están jugando Estados Unidos y China, puede salirnos muy mal. La negociación debe seguir abierta. De hecho, la propia UE presentó el viernes unos datos que demuestran que la economía que más perderá por la aplicación de aranceles será la norteamericana.
Aún así, y a pesar de que la tregua que Donald Trump se vio obligado a adoptar ha dado un pequeño respiro a los mercados, la incertidumbre sigue ahí. Nadie va a tomar decisiones de invertir en EE.UU. ante esta situación, y el hasta hace poco sheriff del mundo se ha convertido si no en un enemigo, sí en un socio poco fiable. La antipatía que está despertando puede retraer el turismo hacia el país y disminuir las compras de productos estadounidenses en Europa y en cualquier lugar del mundo. Si es eso lo que pretendía Trump, enhorabuena, lo está consiguiendo.
Más impacto en el crecimiento de EE.UU. que en el de la UE
La Comisión Europea ha estimado una caída de hasta el 3,3% del PIB de EE.UU. y del 0,6% en la Unión Europea hasta 2027 si se imponen aranceles permanentes del 20% o si se activan medidas de represalia, según los primeros cálculos del Ejecutivo comunitario.
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