El BCE revisa su método de pronóstico de la inflación
Dirigentes de la entidad reconocen las carencias del actual mecanismo para predecir eventos coyunturales o subestimar episodios de subidas de precios como el actual

La presidenta del BCE, Christine Lagarde
La inflación en la zona del euro alcanzó el 9,1% en agosto, el nivel más alto desde la fundación de la Unión Monetaria Europea. Estonia, el país más afectado, sufre una tasa de inflación del 25,2%, mientras que con un 8,8%, Alemania figura entre los cinco países con la inflación más baja de la zona del euro. El mandato del BCE de mantener el dato en torno al 2% obligará ahora a subidas tremendamente dolorosas de los tipos de interés, en un contexto de estancamiento que amenaza además con la estanflación.
Este elevado aumento de los precios, además, está en clara contradicción con las previsiones de inflación del Banco Central Europeo (BCE) de los últimos dos años, que su Consejo de Gobierno utilizó reiteradamente para justificar la extrema laxitud de la política monetaria. El BCE desoyó alegremente advertencias ajenas a sus propias proyecciones y mantuvo los tipos de interés más bajos de la historia, incurriendo incluso en largos periodos de tipos negativos mientras desde fuera de la Eurotower se lanzaban advertencias del peligro de inflación descontrolada. Según sus propios datos, el BCE esperaba una inflación moderada y solamente temporal. Su presidenta, Christine Lagarde, seguía defendiendo esa tesis a principios de este año y, después de que Rusia invadiese Ucrania el 24 de febrero, todavía anunciaba en marzo una inflación media del 1,5 % para 2021 y que volvería a caer en 2022 al 1,2 %. La bofetada de realidad ha llevado a Lagarde a tomar medidas.
«En la reunión de septiembre del Consejo del BCE, las previsiones de inflación de los analistas del BCE se revisaron al alza más que nunca«, destaca el economista Frederik Ducrozet de Bank Pictet. Michael Holstein, economista jefe de DZ Bank, cree que incluso este último pronóstico del 8,1% ya estaba desactualizado el mismo día de su publicación. Su mecanismo de previsión no solamente no ha sido capaz de integrar cisnes negros como la invasión de Ucrania, sino que además ha subestimado sistemáticamente factores de gran peso, como los efectos de los cuellos de botella en el suministro de materias primas y componentes o las turbulencias posteriores a la retirada de las ayudas públicas para paliar los efectos económicos de la pandemia.
«Las tasas de inflación son de hecho más altas de lo calculado y durarán más de lo estimado«, ha reconocido ahora el economista jefe del BCE, Philip Lane, que admite que los modelos utilizados «no eran muy buenos». La enorme brecha entre el pronóstico y la realidad obliga a una reforma del método de cálculo. »Ya no podemos confiar simplemente en las predicciones de nuestros modelos«, ha reconocido Christine Lagarde. La alemana Isabel Schnabel, miembro de la Junta Ejecutiva del BCE, ha declarado por su parte que «vimos que nuestros modelos no son particularmente buenos para predecir la evolución futura de la inflación».
«Sí, cometimos errores de pronóstico sobre la inflación», entonaba Lagarde el mea culpa en la rueda de prensa posterior a la última reunión del Consejo de Gobierno. «Todas las instituciones internacionales» y «la mayoría de los economistas se equivocaron en esta cuestión», trataba inútilmente de excusarse. No obstante, Lagarde anunció que los expertos de la plantilla del BCE »mejorarán los modelos de previsión de inflación« y tratarán de »integrar lo que antes no se ha tenido en cuenta«. Varios miembros del Consejo de Gobierno han comentado en los pasillos que están presionando por una reforma de los modelos, aunque no se mojan a la hora de concretar la reforma.
Los economistas Daniel Gros y Farzaneh Shamsfakhr ven un fallo de diseño en los modelos de previsión que utiliza el BCE, en un documento de trabajo solicitado por la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo. Señalan que el BCE se ha adherido a una postura extremadamente acomodaticia basada en que la inflación caerá por debajo de su objetivo del 2% en dos años y que «el verdadero problema radica en la naturaleza de este enfoque, que puede justificar una vacilación interminable«. No tienen claro si el problema técnico procede de los llamados modelos DSGE («Modelos Dinámicos Estocásticos de Equilibrio General» o de modelos de pronóstico simples con tendencia a actualizar desarrollos anteriores.
En cualquier caso, el profesor de economía de Mannheim, Hans Peter Grüner, apunta que las previsiones del modelo del BCE a menudo «no eran realmente comprensibles» para los analistas externos. Y Karsten Junius, economista del Bank J. Safra Sarasin, considera que ahora es crucial prestar especial atención a los cambios estructurales con respecto a la globalización y el mercado laboral, a la hora de introducir factores en el modelo de proyección.
El BCE tiene la intención a partir de ahora de adoptar un enfoque de «reunión por reunión», es decir, decisiones de reunión de tasa de interés en reunión de tasa de interés, en lugar de hacer anuncios a largo plazo sobre la política monetaria futura por adelantado. Y se analizará en cada caso cómo ha evolucionado la situación inflacionaria. Schnabel ha sugerido que la inflación debe tenerse en cuenta más que antes como información adicional, no solo como pronóstico. «Este es un cambio significativo, ya que el pronóstico de inflación ha sido muy importante hasta ahora para las decisiones del BCE, mientras que el papel del pronóstico ha sido mejorado por la nueva estrategia anunciada a mediados de 2021», anotan los economistas de Commerzbank Jörg Krämer y Michael Schubert.
Además, el BCE enfatiza ahora particularmente que es importante evitar que las expectativas de inflación de los ciudadanos se salgan de control, como resultado de la experiencia de precios altos y a este aspecto se le dará mayor peso en las deliberaciones, en comparación con los pronósticos del modelo para la inflación.
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