Madrid se consolida como la región con mayor libertad económica

El índice elaborado por la Fundación Civismo constata las diferencias regionales

Cataluña, en séptima posición, lastrada por los excesos regulatorios

Madrid ensancha en casi 1.000 euros la brecha del PIB per cápita que le aleja de Cataluña tras la pandemia

Ambiente comercial, en el centro de Madrid de san bernardo

Àlex Gubern

Barcelona

A mayor libertad económica, mayor riqueza. El fundamento en el que se basa la doctrina liberal tiene su reflejo en los indicadores económicos, también los que ordenan las distintas Comunidades Autónomas en nuestro país. Es la tesis principal que se sostiene en 'Libertad económica ... en España' (Almuzara), estudio promovido por la Fundación Civismo, que alcanza su quinta entrega y donde el profesor Francisco Cabrillo, director del nuevo Centro de Análisis de la Sostenibilidad del Modelo Económico (Casme) de la citada entidad, trata de demostrar que, «eliminando factores externos, se constata que aquellas regiones con mayor grado de libertad económica tienen un mejor desempeño: mayor riqueza y mayor crecimiento». Como conclusión principal del estudio, Madrid sigue consolidada como la comunidad líder en libertad económica, a la cabeza del ranking desde la primera edición del trabajo.

El análisis de 2022, consultado por ABC, se basa en la elaboración de doce indicadores para cada una de las regiones: seis se refieren a la dimensión del sector público y otros seis a la regulación de determinados sectores. Los primeros miden los niveles de gasto de la administración autonómica, esfuerzo fiscal, deuda, empleo público, impuestos y transferencias; y los indicadores de regulación en los sectores del comercio, la educación, la sanidad y la vivienda, además de medir la intervención pública en el medioambiente y la movilidad nacional e internacional de personas. Quedan fuera indicadores como el relativo a la regulación del mercado de trabajo, que no depende de las CC.AA., de modo que el estudio de Fundación Civismo mide el desempeño estricto de las regiones.

La edición de 2022 muestra la continuidad de muchos de los resultados a lo largo del tiempo, pero también cambios interesantes: la posición de Madrid como comunidad líder en libertad económica no se pone en cuestión y algunas regiones mejoran de forma significativa, como Andalucía, Cantabria y el País Vasco. Con algunos cambios, siguen en los puestos de cabeza CC.AA como La Rioja o Baleares, y en las últimas permanecen Extremadura, Asturias o Castilla-La Mancha. «Llama la atención el significativo empeoramiento de la posición Valencia y Navarra», sostiene el profesor Cabrillo, que señala también el caso de Cataluña, lastrada por ser la región que más trabas administrativas pone, especialmente en el caso del comercio, pero cuyo desarrollo económico –el peso relativo del sector público sobre el conjunto es menor– y su tradición histórica de mayor peso de la educación y la sanidad privada, compensan su posición en el índice general, hasta colocarla en el puesto número siete.

En España la región con un PIB per cápita más reducido, Extremadura, corresponde de forma regular al último puesto en el índice y algunas de las regiones de PIB más bajo (con excepción en esta edición de Andalucía) se encuentran también en posiciones bajas, lo que se explica sobre todo por el mayor peso relativo del sector público en sus economías.

Al respecto, el profesor Cabrillo insiste en quebrar el argumento de quienes sostienen que son precisamente las regiones con menor PIB per cápita las que se ven obligadas a aplicar políticas más intervencionistas para garantizar la prestación de servicios públicos. Sostiene el catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad Internacional de La Rioja que, de hecho, «muchas naciones o regiones con niveles de PIB per cápita relativamente bajos aplican políticas poco intervencionistas y tienen niveles reducidos de presión fiscal como estrategias para incentivar la actividad económica». Un buen ejemplo, apunta Cabrillo, es EE.UU, «donde los estados tradicionalmente con menor PIB per cápita, en el sur por ejemplo, no son en absoluto los menos liberales y utilizan, en cambio, tanto la política regulatoria como la fiscal para atraer inversiones y fomentar su crecimiento económico». En España, en cambio, »no se observan estrategias similares en las regiones de nivel más bajo de renta, y el resultado es que los incentivos para invertir allí son muy limitados. Las CC.AA más intervencionistas rara vez consiguen mejorar su situación en la clasificación de renta per cápita del país».

«Lo que muestran los resultados que se presentan en este trabajo es que, si los demás factores permanecen estables, un mayor nivel de libertad económica tiende a elevar el nivel de renta en el medio y en el largo plazo, y los retrocesos en este campo producen el efecto contrario», apunta el autor del estudio, quien recuerda que las decisiones que toman las regiones, en un contexto precisamente de gran descentralización, no son neutras.

El nivel de presión fiscal, la tardanza en la obtención de los permisos para poner en marcha un negocio, la posibilidad de elegir colegio para los hijos o poder comprar en domingo son aspectos donde las Comunidades Autónomas son decisivas. «Uno de los efectos más importantes de la descentralización es que las regiones pueden competir al ofrecer servicios y regulaciones diferentes e influir de forma significativa en el esfuerzo fiscal de sus residentes. Y la experiencia muestra que esto es beneficioso para la gente, en especial para aquellas personas que vivan en las Comunidades Autónomas más libres del país«, apunta.

 El caso de Madrid es paradigmático, con indicadores bajos –más libertad– en casi todos los indicadores, especialmente en comercio, gasto público, esfuerzo fiscal, impuestos y transferencias, los más bajos entre todas las CC.AA. También buena posición en educación, movilidad, deuda y empleo públicos. Solo tres indicadores presentan valores altos: medioambiente, vivienda y sanidad, paradójicamente estos dos últimos «los que más críticas recibe el gobierno de la CAM por sus políticas», subraya el profesor Cabrillo.

Cataluña ocupa la posición séptima, con siete de los doce indicadores con valores bajos, particularmente poca presencia del sector público en la actividad económica, educación, sanidad, gasto público, esfuerzo fiscal, empleo público y transferencias. Por el contrario, Cataluña presenta valores muy altos en comercio –siendo la región más restrictiva, sobre todo en lo que respecta a establecimientos medianos–, medioambiente y deuda pública. Respecto a 2015, año del último indicador de libertad económica, Cataluña mejora cuatro posiciones.

Aunque el objeto del estudio es realizar una comparativa regional, el autor no puede evitar alzar la vista y mirar a España en su conjunto. En conversación con ABC reconoce que nuestro país no sale muy buen parado, y de alguna manera solo salva los muebles por su pertenencia a la Unión Europea. En el 'Index of Economic Freedom' de The Heritage Foundation de 2022 ocupa la posición 41 entre los 177 países analizados. Algo mejor es su posición en el 'Índice Economic Freedom of the World', del Cato Institute, en el que ocupa la posición 28 de 165 naciones analizadas.

En relación con los restantes países europeos, España está en el puesto 26 de 45. La posición global de España es mejor, por ejemplo, que la de Francia (52) o Italia (57), pero significativamente peor que la de los países más prósperos de la región: Suiza (2), Irlanda (3), Países Bajos (8) o Alemania (16). De manea significativa, apunta Cabrillo «estamos peor que países que tenían hasta hace no muchos años una economía socialista y que, tras haber sido significativamente más pobres que España, hoy la superan en PIB per cápita en términos de poder de compra: Lituania (17), República Checa (21) y Eslovenia (32)».

Es cierto, recuerda el autor del estudio, que una parte de la renta de los países procede de la acumulación de capital en el pasado, lo que explica que Francia, un país con poca apertura económica durante muchos años siga siendo una nación rica. Por contra, Estonia, un referente en políticas liberales, es más pobre, si bien su progreso en términos relativos es mejor que el de Francia o Italia.

¿Y cómo lo está haciendo España? Pues según se mire. «Bien en aquellos campos en lo que no tiene mucho margen de maniobra al depender de las instituciones europeas –sistema monetario o comercio internacional–, mal cuando la capacidad propia es mayor, como en mercado de trabajo o sector público», apunta Cabrillo.

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