Lagarde se enfrenta a su momento Draghi
El caso más peligroso en estos momentos es el de Italia
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Iniciar sesiónEl BCE está diseñando un nuevo plan de rescate, esta vez focalizado en los países periféricos del sur, entre ellos España. Y lo hace con razón, porque debe evitar a costa que la avidez de ganancias de los especuladores desencadene una segunda crisis de la ... deuda del euro. Pero el hecho es que esta necesidad impide a la institución salir como tenía previsto del modo crisis, en el que llevamos desde 2008, y luchar de manera efectiva contra la inflación. La primera subida de los tipos de interés, que será anunciada tras esta reunión del Consejo de Gobierno, lastrará la ofensiva contra los precios y en Alemania crece por este motivo el descontento con el Banco Central Europeo de forma manifiesta. Y también es por una buena razón: porque la autoridad monetaria ha retrasado demasiado la lucha contra la alta inflación y la primera subida de tipos llega lastrada de nacimiento por las nuevas compras de bonos de los países más endeudados. Será la primera subida en 11 años y llega mucho más tarde que las de los otros grandes bancos centrales.
La vacilación de la presidenta del BCE, Christine Lagarde, y su equipo genera sospechas. En el entorno del Bundesbank se intuye que han intentado mantener las tasas de interés bajas el mayor tiempo posible para no endurecer las condiciones de financiación del estado del euro en situación más delicada: Italia. Hay quien piensa incluso que el BCE está poniendo en peligro su «independencia y credibilidad», como Friedrich Heinemann, director de investigación del Instituto ZEW, con sede en Leipzig, que sostiene que, «con el nuevo instrumento contra la fragmentación, el BCE quiere limitar permanentemente los diferenciales del rendimiento de la deuda entre los distintos países del euro, lo que puede sonar en principio como una extensión técnica de la caja de herramientas de la institución pero tiene el potencial de cambiar la constitución de la eurozona a largo plazo». Heinemann ha defendido en declaraciones a Frankfurter Allgemeine que «los países con deuda excesiva deben ser disciplinados por el aumento de los diferenciales» y que las diferentes primas de riesgo «nunca han sido un obstáculo para la eficacia de la política financiera del BCE». En definitiva, condena que el BCE se dedique a rescatar y mantener en el poder a gobiernos manirrotos.
El caso más peligroso en estos momentos es el de Italia. Con 2,5 billones de euros, la deuda nacional no se corresponde con la fortaleza económica y el gobierno del primer ministro Mario Draghi ha llegado a estar al borde del colapso. Los mercados financieros están alarmados, los costes de los intereses para Italia están aumentando y esta vez el BCE pretende cortar de raíz el estallido de una crisis de la deuda del euro 2.0. Precisamente el próximo 26 de julio se cumplirá el décimo aniversario de aquella promesa con la que el propio Draghi, entonces al frente del BCE, puso freno a la espiral de la deuda: «todo o que sea necesario». Fue el principio de una fiesta de dinero barato a la que después el BCE no ha sido capaz de poner final. El nuevo programa obligará a los estados del euro en dificultades a acordar por adelantado un programa de préstamo sujeto a estrictas condiciones de política económica, pero la experiencia ha demostrado lo difícil que resulta que un gran país del euro acepte esa mordaza. El problema sigue siendo el mismo que en 2012: ¿A partir de qué nivel de interés de préstamo debería el BCE apoyar a un estado del euro? ¿Cuándo se justifica esta tasa de interés de mercado para un bono del gobierno por los datos económicos y cuándo es una expresión de especulación exagerada en las bolsas de valores? Los miembros del consejo de Gobierno tienen diferentes opiniones, a la hora de responder a estas preguntas, y por eso se espera una reunión con disputas programadas. Y, decida lo que decida el BCE, es altamente probable que parezcan demandantes contra el nuevo programa de rescate ante el Tribunal Constitucional alemán y el Tribunal de Justicia Europeo. Previamente, el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, ha criticado la intención de Lagarde, en unas declaraciones en las que ha reprochado a la francesa que el BCE no debería intervenir demasiado a la ligera como salvador. Lagarde se enfrenta a su «momento Draghi» en medio de acusaciones de estar sosteniendo gobiernos por la puerta trasera de la imprenta del BCE. Al fin y al cabo, proteger a los países del euro de la quiebra no es tarea de los guardianes de la moneda, que se deben al estatuto fundacional, en el que solo consta como su objetivo la estabilidad de los precios.
El hecho de que Lagarde y los suyos hayan estado negando el peligro de inflación durante larguísimos meses no ayuda a su credibilidad y el único argumento que pueden alegar ante el Consejo de Gobierno es la especulación, el hecho de que es necesario evitar que la codicia de de los especuladores desencadene otra crisis aún peor. La supervivencia política de una unión monetaria no debe decidirse únicamente en las bolsas.
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