el quinto en discordia
Disparate
El escenario más probable es que no tarde mucho en desdecirse y reconduzca los aranceles. Pero el daño ya está hecho
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Iniciar sesiónEl planteamiento que ha hecho Trump con los aranceles es un disparate. Se trata de un despropósito planteado sobre una premisa falsa: que el siglo XX ha sido malo para los Estados Unidos y que ha resultado uno de los grandes perjudicados por la ... globalización. Ahora lo pretende solucionar con un desvarío comparable: cobrando tributos a otras naciones como si fuera la época feudal. Sinsentido sobre sinsentido.
La ejecución ha resultado igual de grotesca –con semejante protagonista no podía ser de otra manera–. Los aranceles mal llamados recíprocos que plantea son el resultado de dividir el déficit comercial por las importaciones de cada país. Un dislate que técnicamente no hay por donde cogerlo.
Y dicen estar encantados con la reacción del mercado. El 'crash' es buena noticia porque en 1998 y 2007, antes de las crisis, el mercado era alcista. La mejor forma de que te sorprenda una crisis es provocarla. Ahora la caída de los mercados va a evitar la crisis económica porque van a torcer el brazo a la Reserva Federal para que deje de hacer política y baje los tipos de una vez por todas y de esta forma, también, debilitar el dólar. Otra aberración más de la factoría Trump.
Es todo un absurdo. No hay un plan. Solo un ignorante que no conoce los límites de su ignorancia que, además, tiene iniciativa y está rodeado o bien de creyentes o bien de pelotas.
Al presidente norteamericano se le ve el cartón. Una vez más ha echado el órdago con visos de conformarse con un envite. Y la respuesta del mercado juega en su contra. El jarabe de palo no se ha hecho esperar, lo que provoca que se le vean las costuras a la estrategia de perro loco. Estos atajos no funcionan cuando el mercado reacciona como ha reaccionado. Y la reacción ha sido extraordinaria.
Se cuentan con los dedos de la mano caídas en dos días de más del 10% de la bolsa americana en los últimos 50 años. Y detrás del mercado viene lo demás. Los contrapoderes en Estados Unidos funcionan. La clase empresarial, con los líderes de las empresas tecnológicas que le arroparon en su jura del cargo, los primeros. Autodestruirse no mola. Es significativo que Musk, un tipo igual de rastrero y desleal que Trump, sin ir más lejos, este fin de semana ha abogado por retirar los aranceles a Europa y hacer una zona de libre comercio. Su rápida reacción se entiende si vemos cómo Tesla se ha hundido en bolsa y que muchas de sus acciones las pignoró para comprar Twitter. No van a tardar mucho el resto en seguirle. Los siguientes serán los miembros de su partido. La semana pasada cuatro senadores republicanos se unieron a los demócratas para intentar frenar en el Congreso los aranceles. Después de lo vivido estos últimos días, manifestaciones masivas en las calles incluidas, seguro que se suma alguno más. El senador trumpista Ted Cruz también este fin de semana alertaba de los enormes riesgos de la medida. Los medios de comunicación arden.
Así las cosas, importa recordar que el umbral de dolor de los (psicópatas) narcisistas es muy bajo. Y que a este personaje le basta cualquier cosa para apuntarse un triunfo delante de su parroquia. Por lo que el escenario más probable es que no tarde mucho en desdecirse y reconduzca los aranceles. Prácticamente cualquier cosa que se le ofrezca le va a parecer «fenomenal». Su posición negociadora no puede ser más débil.
En cualquier caso y aunque Trump terminará reculando, el daño en parte ya está hecho. Aunque todavía es pronto para determinar el alcance, el amago de guerra comercial va a pasar factura. Esta factura va a ser mayor para unos que para otros.
La desaceleración de la economía va a ser mayor en Estados Unidos que en el resto del mundo por el mayor menoscabo de la confianza que provocan las arbitrariedades de su presidente.
En el otro extremo está Europa, que no parece dispuesta a perder la oportunidad que supone esta crisis. Los precios, en cualquier caso, van a estar presionados al alza, lo que hace que los bancos centrales tengan menos margen para seguir bajando los tipos.
El dólar es el gran damnificado. Llevado al extremo podría incluso perder su condición de divisa de reserva mundial. Y a todo lo anterior hay que sumar el posicionamiento de partida. Tendremos tiempo de irlo comentando porque el serial que protagoniza Trump va a tener muchos capítulos.
Rebajas
La bolsa es de los pocos activos en el que las rebajas no funcionan. Cuando baja son pocos los que aprovechan para comprar. De hecho, todo lo contrario. El primer impulso cuando baja y los precios en teoría son más atractivos es vender y salir corriendo. Cunde la (falsa) sensación de que se puede perder todo. Así funcionan (de mal) funcionan las emociones con el mercado.
En los últimos años, hemos vivido episodios de volatilidades que de deberían servirnos de enseñanza. De cada uno de ellos, las bolsas han terminado saliendo. Y aunque ahora en plena vorágine trumpista nos cuesta tener perspectiva suficiente, los que hemos superado estos últimos años han sido más graves que los desvaríos de un ególatra iletrado.
El caso de la bolsa española, que es la que tenemos más cerca y más nos estaba molestando, perdernos es paradigmático. Hace pocos días, cuando el índice estaba por encima de los 13.500, eran muchos los que ansiaban una corrección para poder entrar. Hoy, tras las caídas vista los últimos días, serán más los que quieran vender que los que vayan a cumplir con su idea de subirse si el mercado daba la oportunidad.
Lo que hay que hacer en estos casos es procurar coger la perspectiva suficiente para no dejarse llevar por las narrativas que tratan de abrirse paso. Los fundamentales de la bolsa española son los que menos se van a deteriorar como consecuencia de la guerra de Trump. La economía es la que menos exposición directa tiene a los aranceles y difícilmente sus palancas de crecimiento –ladrillo y turismo– se van a deteriorar sustancialmente como consecuencia de unas décimas menos de crecimiento de la economía mundial. El mejor comportamiento de la economía se va a seguir trasladando a las cuentas de resultados de las cotizadas –en lo que llevamos de año es el único mercado en el que se han revisado al alza las estimaciones de crecimiento–. Y las valoraciones siguen siendo muy atractivas tanto en absoluto como en relativo.
La caída del viernes constituye una gran oportunidad. Los bancos son los que mejor deberían comportarse en el escenario que se empieza a abrir. Exposición al mercado local, valoraciones muy atractivas y rentabilidades sostenidas y crecientes sobre todo en un entorno en el que la presión en precios debería ayudar a que los tipos no bajen demasiado.
Las caídas se deben más a la fuerte subida que acumulaban en los últimos meses y a que las narrativas de menor crecimiento y tipos más bajos los convierte en blanco fácil. Además, y después de lo vivido en los últimos años, todavía hay quien los considera la piñata del mercado bursátil a la que atizar en el momento que se tuercen las cosas.
En cualquier caso, y con independencia de la volatilidad que nos va a acompañan en las próximas semanas, las circunstancias son completamente distintas. La banca española es quizá de los mejores ejemplos para desde la bolsa aprovechar las oportunidades que nos pone Trump en bandeja. No serán muchos los que la aprovechen.
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