La inteligencia artificial, ¿oportunidad o amenaza?

Un siglo después, impulsada por la Primera Guerra Mundial, vivíamos la segunda Revolución Industrial. A los cambios técnicos se unió la innovación, las nuevas fuentesde energía como el gas o la electricidad; los nuevos sistemas de transporte, como el avión, el automóvil o las máquinas de vapor; llegaron nuevas formas de comunicarse como el teléfono o la radio... y a la revolución industrial se le unió el avance educativo y científico, los cambios en la organización del trabajo... De nuevo el miedo. Los avances eliminaban puestos de trabajo, pero eran sustituidos por otros más productivos, que generaban más riqueza.

La diferencia es que ahora todo va mucho más rápido. Si hubo que esperar casi un siglo, para hablar de una nueva revolución industrial, en los últimos 20 años, hemos asistido a la tercera, a la cuarta y con la Inteligencia Artificial nos hemos metido en la quinta.

Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y el uso de nuevas fuentes de energía permitió acuñar en el Parlamento Europeo, allá por el año 2006, el término de Tercera Revolución Industrial. Solo una década después, Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial acuñaba el término Industria 4.0, una era marcada por avances tecnológicos emergentes como la robótica, inteligencia artificial, cadena de bloques, nanotecnología, computación cuántica, biotecnología, internet de las cosas, impresión 3D, y vehículos autónomos. Y no hace ni dos años que se empezó a hablar de la Industria 5.0., poniendo el énfasis en el uso de la inteligencia artificial y la colaboración entre máquinas y humanos para ser más eficientes y productivos.

Pero están empezando a saltar las señales de alarma tanto por el impacto de la Inteligencia Artificial en el empleo, como por dudas de carácter ético sobre su utilización. Hace solo unos días conocimos un informe de Goldman Sachs que asegura que los últimos avances en inteligencia artificial podrían conducir a la automatización de una cuarta parte del trabajo realizado en Estados Unidos y la Eurozona. La investigación del banco de inversión asegura que los sistemas de IA como ChatGPT, que pueden crear un contenido que no se distingue del realizado por los seres humanos, pondría en riesgo a alrededor de 300 millones de trabajadores a tiempo completo en las grandes economías, según Joseph Briggs y Devesh Kodnani, autores del estudio.

Más de 1.000 empresarios, investigadores e intelectuales relacionados con esta tecnología han pedido una moratoria en su implantación. Desde mi punto de vista es ponerle puertas al campo. La IA está ahí y los Estados y gobernantes deben apresurarse a regular sus posibles contraindicaciones. Las pérdidas de empleo son un riesgo, pero también una oportunidad de ser más productivos y de crear más riqueza. La clave está en que se haga un buen reparto de la misma. Si producimos más en menos tiempo, podríamos trabajar menos horas y dedicar más parte de nuestra vida a la familia y el ocio. ¿Es soñar despierto? Quien sabe.