Francia tiene la llave para elegir la presidencia del BEI

La ex comisaria de Competencia, la danesa Margrethe Vestager, es su principal contendiente en una carrera en la que los demás candidatos se han desvanecido, al menos en parte. Y aunque todavía no se escuchan pronunciamientos por parte de ningúno de los aspirantes, bajo la mesa se intensifica el pulso entre estas dos poderosas mujeres, en busca del apoyo de Francia que no ha presentado ningún candidato a ocupar el puesto, aunque prácticamente tiene la llave para decantar la elección. Para sustituir a Werner Hoyer, de 71 años, a la cabeza de la principal institución crediticia de la UE, lo único seguro es que no puede ser otro alemán.

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ABC

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Según la mayoría de análisis, de no haberse anunciado la candidatura de Calviño había pocas dudas de que Vestager habría sido la elegida para el puesto. Su prestigio en las dos legislaturas en las que ha estado al frente de la poderosa cartera de Competencia en la Comisión Europea han consolidado una reputación formidable en Bruselas. La batalla contra las grandes tecnológicas de internet ha sido una muestra clara de su determinación para entrar en un campo en el que sus predecesores no se habían atrevido a dar la batalla con tanta osadía. A sus 55 años, esta hija de pastores protestantes ya ha sido también ministra de Economía en Dinamarca donde sigue gozando de cierta popularidad. Para completar todas las características que se suelen aplicar a la hora de adoptar un nombramiento en Bruselas, Vestager tiene la ventaja de ser nacional de un país pequeño pero el inconveniente de ser del norte. Tampoco le favorece su etiqueta política liberal para sustituir a Hoyer, que viene de la misma familia, aunque eso podría ayudarle a lograr el voto del ministro alemán.

Para ser elegido, el presidente del BEI debe lograr una mayoría cualificada que incluye un mínimo de 18 países y siempre que estos representen el 68% del capital del banco. Los únicos cambios que se han producido en el accionariado del BEI se produjeron tras la salida del Reino Unido de la UE, cuando el resto de los países asumieron proporcionalmente un aumento de su participación para mantener el mismo capital. Recientemente, Polonia ha aumentado su participación para reducir en parte su distancia con otros países más ricos, señal de que el Gobierno de Varsovia quiere intervenir con fuerza en los procesos decisorios del banco.

Así las cosas, en el accionariado del banco hay tres países que se encuentran en cabeza, Alemania, Italia y Francia, con un 18% cada uno, mientras que España, que es el siguiente, cuenta con un 11%. Eso significa que ni siquiera ante un hipotético acuerdo entre estos cuatro gobiernos de los países grandes (suman un 65%) conseguirían una mayoría cualificada sin el apoyo de una miriada de pequeños que deberían completar las dos condiciones en cuanto a capital y numero de países. Pero también es evidente que sin el apoyo de casi todos los importantes, es muy complicado formar una mayoría cualificada.

Alemania no puede optar al puesto y su ministro de Economía, el liberal Christian Lindner podría decantarse por Vestager. Italia sí que ha presentado al el ex ministro de Finanzas Daniele Franco, aunque todo parece indicar que se trata de una candidatura instrumental para regatear con ella lo que le interesa de verdad, que es la sustitución de Fabio Panetta, que deja antes de tiempo su puesto en el Banco Central Europeo (BCE) para pasar a ser gobernador del Banco de Italia.

El caso de Francia se convierte, por tanto, en esencial. El presidente Emmanuel Macron no puede plantear un candidato en ningún caso porque la presidenta del BCE, Christine Lagarde, es francesa, y no está claro si va a apoyar o no a Vestager teniendo en cuenta que en sus últimos momentos como comisaria de Competencia, el pasado mes de julio, a la danesa le estalló un grave conflicto con París cuando quiso nombrar economista jefe de su Dirección General a la norteamericana Fiona Scott Morton, una de las mayores expertas mundiales en la gestión de casos que involucran a a las grandes tecnológicas. Francia fue el único Gobierno que se opuso a este nombramiento alegando exclusivamente razones de nacionalidad no europea y el pulso fue aumentando en intensidad hasta que la estadounidense acabó renunciando y Vestager tuvo que reconocer «con pesar» su derrota.

Queda la opinión de una dirigente que no vota en este proceso, pero que tiene una influencia innegable. La presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, que el 13 de septiembre, dos días antes de la reunión del Ecofin en Santiago, pronunciará en Estrasburgo el discurso sobre el estado de la Unión en el que probablemente anunciará si se presenta a la reelección en la próxima legislatura europea que empieza en mayo del año que viene.

La carta en la que Von der Leyen le pidió a Vestager que renunciase al cargo de comisaria si aceptaba la candidatura al BEI fue interpretada como una reprimenda, cuando en realidad se trataba de dejar claro que considera necesario que haya una desconexión entre la pertenencia de la danesa al ejecutivo comunitario y su eventual llegada al BEI. No cabe duda de que si está pensando en un segundo mandato, a la alemana le interesa que esté al frente del banco una persona de su confianza.