Un universo paralelo llamado metaverso
Aunque todavía está en fase de desarrollo ya se ha convertido en un entorno donde especular y amenaza con crear una burbuja
Miriam Villamediana
Imagínese que usted, un día cualquiera, se levanta por la mañana para ir a trabajar pero en lugar de vestirse con su ropa real lo hace con un traje virtual de Armani comprado en el metaverso . Por supuesto, no necesitará arrancar el coche ... para llegar a la oficina porque podrá teletransportarse y atender, junto con los avatares de sus compañeros de trabajo, la reunión que tienen programada esa mañana. Por la tarde, después de trabajar, podrá darse una vuelta por las rebajas y comprar algo más de ropa, virtual eso sí. Y para terminar el día, nada como relajarse escuchando en concierto a su banda favorita.
En realidad, quien hará esto no será usted, que probablemente aún siga en pijama y no haya salido de la cama, sino su avatar en el metaverso. Puede que esto le suene a ciencia ficción, pero podría ser una situación habitual dentro de pocos años. «Aunque todavía no existe un mundo paralelo completo, sí empiezan a surgir mundos virtuales dentro de Internet», explica Diego Urruchi, director de Media Attack , una productora de experiencias audiovisuales, en el marco de un evento organizado por Bilbao AS Fabrik , que junto con la Universidad de Mondragón ha reunido en la capital vizcaína a los mayores expertos de este ecosistema virtual.
Jorge R. López Benito, CEO de la startup CreativiTIC y profesor de tecnologías multimedia y videojuegos en la Universidad de Deusto cree que estamos ante una «nueva forma de utilizar Internet». Se trata, explica, de crear algo así como «una nueva capa de realidad» donde cada uno tendremos nuestro alter ego y podremos hacer actividades cotidianas.
«Es un entorno virtual que va más allá de los entornos digitales y es capaz de albergar al usuario», añade Roberto Romero, Director de Producto en La Frontera VR . Además, en ese entorno lo real y lo virtual estarían en constante interacción. Es algo, nos explica, que ya ocurre, de una forma más simple, en Google Maps. «La aplicación cuenta con una copia del mundo, gracias al gps sabe dónde estás y a través de la voz nos va guiando para que lleguemos al destino». El metaverso sería ir un paso más allá y crear un entorno donde los usuarios tengan un avatar, con un monedero y un inventario de bienes asociado, y puedan ir saltando de un lugar a otro para disfrutar de diferentes servicios.
Único y persistente
El sector está en estos momentos trabajando para estandarizar los procesos. Romero explica que debería lograrse algo parecido a lo que ocurre ahora con internet , donde gracias a que existe un único sistema estandarizado podemos, desde nuestro ordenador, saltar de una página web a otra casi de manera inmediata. «Debe ser un universo único y persistente», añade, de tal manera que con nuestros avatares podamos acudir a un concierto que se celebra un día concreto en un momento concreto o que en ese metaverso paralelo sigan ocurriendo cosas aunque nosotros estemos desconectados.
La clave para lograrlo está en el desarrollo de la realidad aumentada. Romero cree que esta tecnología, que permite combinar el mundo real con hologramas virtuales, «está destinada a sustituir a los smartphone». Recuerda, de hecho, que el Iphone ya cambió la forma de relacionarnos y vaticina que pasará algo similar cuando se democratice el uso de la realidad aumentada. «Yo creo que ocurrirá en unos diez años, en los 2030 », se atreve a pronosticar.
Diego Urruchi cree que ese nivel de interacción se conseguirá, en cualquier caso, de forma paulatina. Ya se está dando en el las producciones audiovisuales, donde la audiencia ha dejado de ser mera espectadora para convertirse en un público que interactúa. « Netflix ya te deja elegir cuál quieres que sea la siguiente escena de una serie», pone como ejemplo. También está ocurriendo en los videojuegos. Hace más de una década, los Sims ya invitaban a crear ciudades donde se podían comprar bienes virtuales. Ahora, títulos como Fortnite permiten comprar elementos que mejoren los avatares y los hagan más atractivos. «Ya tenemos una cultura de adquirir bienes digitales», opina.
Tanto es así, que no ha tardado en aparecer un nuevo entorno especulativo basado en ese universo paralelo. Mientras usted lee este reportaje, en el metaverso se están cerrando operaciones de compraventa de terrenos virtuales por valor de 500 millones de dólares. También se especula con obras de arte virtuales autentificadas gracias a la tecnología blockchain . «Puedo comprar un cuadro virtual que es único, y solo mío, y lo tengo colgado en mi salón virtual», explica el profesor López Benito. «Se está creando una burbuja que terminará por explotar y al final se quedarán los servicios que aporten valor», opina Romero.
Pero los peligros de este mundo virtual paralelo van más allá de la ruina económica. «Podría darse el caso de que nuestra vida virtual nos guste mucho más que nuestra vida real», advierte y el riesgo es refugiarse en ese mundo ideal para escapar de los problemas reales. Esto terminaría por generar cuadros de acción.
Además, este entorno mal utilizado podría convertirse en el caldo de cultivo perfecto para desarrollar conductas delictivas como el bullying o el ciberacoso. De hecho, Nina Jane Patel , una investigadora británica, ha denunciado esta semana cómo varios avatares masculinos la acosaron y «violaron virtualmente». «Puede ocurrir algo parecido a lo que pasó con los chats en sus inicios», explica el profesor que recuerda cómo hubo quien aprovechó el anonimato para acosar o estafar a sus interlocutores.
En cualquier caso, el metaverso se encuentra aún en una fase de desarrollo temprana. La industria trabaja para que además de ver y escuchar, los usuarios, gracias a trajes especiales, también puedan sentir, porque el mundo virtual también tiene límites. En la actualidad ya existen aplicaciones tan reales que nos permiten, por ejemplo, visitar una bodega, coger una botella y leer al detalle la etiqueta. Pero, hoy por hoy, en las bodegas del metaverso nos quedamos con las ganas de saber si en boca el vino es tan bueno como parece.
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