«Los anteriores gestores de FEVE malgastaron recursos públicos»

—¿Para qué se hace la integración?

—Es una decisión que tomó la ministra de Fomento, Ana Pastor, y que a mi juicio es acertada. Era la única vía para que FEVE pudiese seguir funcionando. Estaba acumulando una deuda que para el tamaño de la empresa era insostenible. Y la integración en las estructuras de Renfe y Adif va a permitir unos ahorros y unas sinergias que para el negocio y las cuentas de FEVE son absolutamente necesarios.

—Toda integración conlleva destrucción de puestos de trabajo ¿Cuántos prevén recortar en FEVE?

—Empleos muy pocos. Somos 1.825 y desaparecerán diez o doce puestos directivos, no más. El 90% o más de los trabajadores de FEVE está a favor de la integración. No solo es la única salida desde el punto de vista económico, es también una oportunidad fantástica para poder promocionar.

—Pero los sindicatos han convocado huelgas en diciembre...

—Es un ingrediente más de la negociación. En cualquier caso yo soy optimista. Creo que en Renfe, Adif y FEVE vamos a llegar a un acuerdo con los sindicatos antes de final de año y esperamos tener un convenio colectivo porque para nosotros es muy importante la paz social, y que nuestros trabajadores sepan en qué entorno se van a mover tanto económico como de otro tipo. Tanto por parte de los sindicatos como de la empresa la disposición es excelente para llegar al final a un acuerdo.

—Usted dice que la integración no va a suponer apenas despidos para FEVE, ¿tampoco para Renfe o Adif?

—Yo puedo hablar hasta el 31 de diciembre. A partir del 1 de enero serán Renfe y Adif los que decidan.

—¿El objetivo de la integración es que la compañía no tenga pérdidas?

—Pérdidas siempre habrá. Para que una línea de FEVE sea rentable tendría que tener una ocupación prácticamente del 100%. Y la línea con una ocupación más alta está en torno al 40%. Pero FEVE es un servicio público. Tiene un componente social muy alto, porque da servicio a pueblos muy pequeños. Hay gente que solo se puede mover en tren.

—¿Prevén eliminar líneas o reducir frecuencias?

—El Ministerio de Fomento está haciendo un estudio en el que no solo tiene en cuenta los trayectos del ferrocarril, sino también el de otros medios de transporte. Entendemos que es absurdo que en algunos casos el autobús y el tren, por ejemplo, hagan los mismos trayectos a las mismas horas. Eso no puede ser y más en la actual coyuntura. Se estudiarán distintos modos de transporte con la idea de que todo el mundo esté atendido, pero que no haya duplicidades que originen gastos que no tienen sentido. Desde luego lo que no tiene sentido es mover un tren que lleva cinco personas.

—FEVE presta un servicio público pero, como operador de infraestructuras, también es susceptible a la tentación al derroche. ¿Se ha malgastado el dinero?

—Sí, se ha malgastado. Existen contratos que lo demuestran claramente. No puede ser que en una coyuntura como en la que estamos se hayan comprado trenes que no han sido necesarios, por ejemplo. Estamos hablando de mucho dinero.

—¿Algún caso concreto?

—Hemos comprado trenes para Avilés y todavía no hay ni un proyecto para hacer la obra por la que deberían circular esos trenes. Ese contrato parte de una historia larga. Se saca un contrato a licitación pública, que consta de cuatro trenes. Se presentan tres empresas, pero se declara desierto el concurso. Se negocia con ellas adjudicarles esas compras de cuatro trenes, pero entonces deciden que no hacen falta cuatro trenes, sino 28. Se modificó sustancialmente el objeto del concurso. Es algo que nadie se explica. La IGAE nos ha dicho que ese contrato es irregular y hemos pedido al Consejo de Estado que nos haga un dictamen para tomar una decisión.

—¿Qué coste tenía ese contrato?

–Los doce primeros trenes contratados, y casi terminados tienen un coste de 53 millones de euros y de ellos, vamos a utilizar solo cuatro.

—¿Ha habido muchas situaciones similares en la red de FEVE?

—Ha habido muchas cosas paradójicas. Hubo un ERE para 300 personas y resulta que pasados doce meses se habían contratado a otras 300, así que seguía la plantilla como al principio.

—¿Qué deuda han heredado?

—Tenemos una deuda de 600 millones de euros y unos ingresos que no llegan a los 40. Para cuadrar esos 600 millones tenemos para rato.

—Apenas queda mes y medio para la integración. ¿Cómo van los trámites?

—Solo integrar los sistemas informáticos es algo ingente, los trámites para que los trenes estén homologados, viajeros, estaciones, billetes. Tenemos 400 proyectos que tenemos que tener terminados a día 1 de enero.

—¿Qué ocurrirá con los trenes turísticos?

—Están funcionando bien. Tienen un grado de ocupación aceptable, pero son algo deficitarios. Se puede pensar que no tiene sentido subvencionar a gente con un nivel adquisitivo muy alto. Pero estos trenes tienen una repercusión positiva en las zonas por donde pasa. Es un proyecto al que merece la pena dar una vuelta y decidir en qué condiciones debe seguir adelante. Pero nuestro proyecto prioritario es que la gente que no tiene un poder adquisitivo tan alto utilice el tren y pueda disfrutar de todos estos paisajes, gastronomía, deportes, playas.Queremos que el turismo se apunte también a subir al tren de las líneas regulares.