Florentino, las cuatro torres y el corazón partío El Real Madrid exige dedicación plena y Florentino deberá pensar si renuncia a la presidencia de ACS
Poco después de que Ramón Calderón consiguiera su primera Liga como presidente del Real Madrid, en uno de sus fugaces momentos dulces al frente del club blanco, Florentino Pérez daba rienda suelta a la nostalgia mientras contemplaba desde el ventanal de la sala de juntas ... de ACS los cuatro prismas rectilíneos de vidrio y hormigón levantados al otro lado de la Castellana: «Míralas, ahí están: la torre Figo, la torre Zidane, la torre Ronaldo y la torre Beckham».
De entonces hasta hoy, y probablemente desde mucho antes, el constructor de sueños que siempre ha sido Florentino Pérez, un ser superior en materia onírica, no ha dejado de imaginar, pergeñar y planificar el regreso al club de sus amores. Si Vicente Boluda se ha postulado como el remolcador de un Real Madrid a la deriva, el antiguo presidente no tardará en aparecer en público como la última esperanza blanca, un mesías redimido en los pecados de su anterior mandato y que se siente capaz para liderar una nueva misión salvadora sin morir en ninguna de las cruces que también se hacen sus más directos rivales del otro gran Madrid de los negocios.
La vuelta de Florentino a las andadas supone un respiro para muchos de los actores y espectadores del mundo empresarial. El primero de todos es el propio ministro de Industria, Miguel Sebastián, acérrimo colchonero pero simpatizante del presidente de ACS en la causa de Iberdrola. Sebastián considera que el grupo constructor tiene poderosas razones para hacer valer su jerarquía accionarial en la eléctrica pero en estos momentos de recesión el Gobierno no puede admitir otro frente en ese campo permanente de batalla que es el mercado energético español. El ministro se encuentra entre dos aguas y las elecciones a la presidencia del Real Madrid representan un regalo inesperado que servirá para evitar los amagos de una nueva guerra en la galaxia eléctrica y alejar de toda tentación al amigo Florentino.
El gran beneficiario de este proceso de paz a la romana será el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, que podrá trabajar sin la amenaza permanente de su primer accionista. Galán tiene bien entrenadas las defensas contra ACS gracias a la labor de zapa que viene realizando Julián Martínez Simancas desde la asesoría jurídica de la compañía eléctrica. El lugarteniente de Galán es un profesional con experiencia en mil conflictos, hábil para mantener la lucha a cara de perro con la misma pericia que es capaz de firmar armisticios. La dimisión de Ramón Calderón brinda al versátil abogado una ocasión inmejorable para colgar la lanza, despojarse de la armadura y afilar la pluma como más le gusta en busca de un acuerdo de no beligerancia dentro de Iberdrola
Todas las expectativas de pacto se fundamentan en la premisa mayor de que Florentino Pérez no va a tropezar en la misma piedra que supone compatibilizar la presidencia actual de ACS con la eventual del Real Madrid. Al menos así lo cree Galán y así lo desean los socios de referencia del grupo constructor, tanto los Albertos como los March, que fueron quienes conminaron hace tres años a su primer ejecutivo para que colgara las botas si no quería soltar el timón de la compañía.
El Real Madrid de los galácticos era para Florentino lo mismo que el viaducto para un suicida. Le estaba quitando la vida a disgustos y los dueños de ACS empezaban a sentirse escaldados con las célebres sinergias que deparaba la doble vida de su socio y gestor. El golpe de efecto que supuso la marcha de Florentino al Real Madrid se perdonaba con el coscorrón que el fútbol le estaba propinando a la constructora y ninguno de los grandes contratos obtenidos en Marsella, Londres y Hong Kong gracias al fervor suscitado por el presidente del club más laureado del mundo compensaba la pérdida de salud que los accionistas mayoritarios de ACS estaban percibiendo en la forma de actuar de Florentino Pérez.
La cordura se impuso con el nombramiento de Fernando Martín, elevado al cargo con la única misión de calentar el banquillo un año y medio hasta que el dimitido presidente volviera por sus fueros. Error y de los gordos porque el sucesor no aceptó una presidencia monitorizada y Florentino tuvo que improvisar una solución de emergencia para desbancar al aventajado alumno, provocando unas elecciones anticipadas con el célebre y falseado voto por correo, la irrupción del discutido Ramón Calderón y la reciente asamblea de compromisarios que ha terminado por costarle el cargo, y casi el divorcio, al hasta ahora presidente del Real Madrid.
Demasiados escándalos bajo la sombra alargada de quien sigue siendo el candidato natural para ocupar el sillón más atractivo del panorama corporativo en España. Dicen que ser presidente del Real Madrid es casi tan importante como ser presidente del Gobierno. Quizá más, incluso. Precisamente por eso es fundamental que la segunda era de Florentino haga honor al juicio expresado por el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, cuando hace unos días aseguraba que «el Real Madrid requiere una dedicación plena». Si Boluda quiere ejercer de verdad sus funciones de salvamento marítimo y llevar la entidad a buen puerto es fundamental que antes de desplegar la alfombra roja cambie también los estatutos para asegurar el buen gobierno con la condición de que el futuro presidente lo sea en exclusiva y a tiempo completo. El Real Madrid y ACS se lo agradecerán.
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