La enfermedad del euro llega al Banco Central
Las luchas de poder en Europa se han instalado ahora en el Banco Central Europeo. La renuncia del «halcón» alemán, Axel Weber, a sustituir a Trichet abre las apuestas
La semana que termina hoy pasará sin duda a la historia de la Eurozona ya que no todos los días un firme candidato a presidir la máxima autoridad monetaria, el Banco Central Europeo, tira la toalla y nada menos que por coherencia consigo mismo.
Se ... trata de Axel Weber, el actual presidente del Banco Central de Alemania, el Bundesbank, quien anunció el viernes que dejará su cargo a finales de abril con lo que en octubre, cuando acabe el mandato de Jean-Claude Trichet, no estará en disposición de sustituirle, tal y como estaba más o menos previsto.
La razón de este abandono, según ha explicado el propio Weber, es que no se sentía lo suficientemente respaldado por el Gobierno de su país ante las críticas que recibió cuando se opuso abiertamente al programa especial de compra de bonos de deuda de la Eurozona que lleva a cabo el BCE desde mayo del año pasado, programa que, por cierto, ha devuelto una relativa calma a los mercados de deuda de los países más débiles, entre ellos los de Irlanda, Portugal o la propia España.
Weber, que sigue siendo fiel a sí mismo en cuanto a la compra especial de deuda por parte del BCE, ha desvelado que su intención de dejar el Bundesbank era ya conocida desde el otoño por la canciller alemana, Angela Merkel, quien no obstante ha albergaba esperanzas de poder finalmente convencerle para que mantuviera su candidatura, lo que finalmente no ha logrado.
Así las cosas y con Weber fuera de la carrera por sustituir a Trichet al frente del BCE se abre una nueva batalla en Europa por conseguir la silla. Hasta ahora uno de los candidatos que competía con Weber era el actual presidente del Banco Central de Italia, Mario Draghi, pero en medios comunitarios se da por hecho que no tendrá los apoyos suficientes porque, precisamente, se nombró el año pasado al portugés Vítor Constancio vicepresidente del BCE para dejar paso en la presidencia a un hombre de un país del norte de Europa.
Además de los equilibrios geográficos norte-sur hay que tener en cuenta también la compensación entre «halcones» y «palomas», en el sentido de que los primeros, como es el caso de Weber, dan prioridad al rigor presupuestario y al control de la inflación, mientras que los segundos, donde estarían encuadrados el propio Trichet y Constancio, se preocupan más por el impacto que las decisiones de política monetaria tienen en el crecimiento y, por ende, en el empleo.
En este contexto, y con todo a priori a favor de que el sucesor de Trichet sea un hombre germanófilo, el hasta hace unos meses casi desconocido Klaus Regling, actual presidente del Fondo Europeo de Estabilización de la Eurozona o Fondo de Rescate, y alemán de nacionalidad podría tener alguna posibilidad, aunque su falta de experiencia en un banco central europeo podrían finalmente jugar en su contra. Regling declaró hace unos días cuando empezó a barajarse su nombre para el puesto que él estaba bien en su actual puesto.
Otros de los posibles candidatos son los presidentes del Banco Central de Luxemburgo, Yves Mersch, y el del Banco Central de Finlandia, Erkki Liikanen, ambos con dilatada experiencia.
Sin embargo, y pese a toda esta quiniela de nombres, la realidad es que la negociación no ha empezado oficialmente entre los gobiernos europeos, que son quienes tienen la ultima palabra, aunque ya ha habido contacto informales que continuarán a lo largo de las próximas semanas, coincidiendo además con las dos Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno de la UE previstas para el mes de marzo. Y para ir abriendo boca los ministros de Economía del Eurogrupo empezarán mañana a hablar de manera informal de los posibles candidatos a sustituir a Trichet, nombre que tendrá que ser aprobado en el Consejo de Europeo por mayoría cualificada.
Al margen del necesario consenso europeo, Merkel jugará un papel fundamental en la designación del sustituto de Trichet, en parte por el apoyo que dio el entonces canciller alemán Helmut Kohl al candidato francés, y también porque dió su apoyo a la creación del Fondo de Estabilización de la Eurozona y a los cambios que se ultiman para que tenga más capacidad financiera y sea más operativo.
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