Los propietarios rebajan los precios y relajan sus exigencias a los inquilinos por la crisis, aunque la mayoría mantiene ciertos requisitos para protegerse contra un impago
Cualquiera que haya buscado alguna vez un piso en alquiler sabe que se trata de un proceso tedioso. Comienza por revisar los anuncios en las páginas web, (lo que en una gran capital puede llevar días), contactar con los propietarios , concertar citas para visitarlos, ... recorrerse la ciudad a la caza y captura de una oportunidad y finalmente decidirse por uno, confiando en que alguien no se haya adelantado . Pero una vez dados todos estos pasos, llega la parte más complicada: Cumplir con los requisitos del arrendador, que van mucho más allá de pagar puntualmente la renta a comienzos de cada mes.
Aval bancario, uno o varios meses de fianza, nómina, contrato de trabajo indefinido, seguro de impago y hasta la mediación de una agencia de alquiler son algunas de las peticiones formuladas por los que desean alquilar su vivienda. Los expertos del sector coinciden en que la crisis ha hecho mella en el comportamiento de los propietarios , de modo que éstos se muestran más flexibles a la hora de negociar el precio o suavizar sus exigencias con objeto de alquilar cuanto antes el inmueble y empezar a cobrar. Pero no a cualquier precio. La morosidad y el desempleo han aumentado por la coyuntura económica, de manera que nadie desea encontrarse con un inquilino que no paga y llevará meses.
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