David Neeleman, nuevo dueño de TAP

La oferta ganadora ronda los 488 millones de euros, pues incluye los 354 desembolsados por la firma y también la incorporación de 53 aviones a la flota.

El Estado conserva el 34% de las acciones , aunque puede venderlas en un plazo de dos años a partir de ahora, siempre que los nuevos propietarios den la talla y la «hoja de ruta» siga su curso.

Además, otro 5% queda en manos de los empleados. De hecho, ése constituyó el verdadero motivo de la reciente huelga de la compañía: garantizarse una parte del pastel.

El compromiso adquirido garantiza sólo durante 10 años la sede de la nueva empresa en Portugal, con altas probabilidades de que se traslade más adelante a Brasil, base de operaciones de Neeleman.

Precisamente, las amplias conexiones de TAP con ese país (y también con Angola, Mozambique y otras ex colonias portuguesas) han sido determinantes a la hora de convertir la operación en apetitosa.

Por tanto, el «holding» Gateway controlará el 61% del accionariado, lo que hará necesario el visto bueno de Bruselas para que se cierre definitivamente el negocio. Y es que la normativa europea impide que una aerolínea del continente sea dirigida por un socio americano o asiático en más de un 50%.

Pero todo apunta a que la aprobación llegará. De hecho, David Neeleman se ha garantizado semejante apoyo al sellar una alianza con Humberto Pedrosa, que acumula el 50,1% de Gateway.

El gran perdedor ha sido el millonario colombiano-brasileño Germán Efromovich, propietario de Avianca y que ya había fallado anteriormente en su intento de comprar TAP.