¿Puede Pedro Sánchez salvar al PSOE?

No es sorprendente, pues, que esto haya hecho vulnerable a la política europea frente a partidos radicales. Pero mientras la extrema izquierda hace poco más que expresar su indignación de maneras que le den publicidad, la extrema derecha ha organizado un ataque hábil y consistente contra la estructura monetaria europea. De ahí que a la extrema derecha le vaya tan bien fuera de España, y con el tiempo será igual en España. Su éxito se producirá a costa de los dos principales partidos, ya que ninguno de ellos va a reanimar la economía española con las políticas actuales, dada la intensidad de las fuerzas origen de la crisis económica.

Hasta que Alemania no dé un giro a sus políticas represivas de salarios e ingresos que pusieron en marcha durante las dos últimas décadas, a España sólo le quedan dos opciones políticas, ambas muy difíciles. Por un lado, Madrid puede ir en contra del consenso de la élite y actuar con decisión para reestructurar la deuda externa española, a la vez que redefine su participación en el euro. Con esto, España sufrirá un año de caos antes de que las reformas impuestas por, irónicamente, Mariano Rajoy generen la vuelta a un crecimiento rápido. Si no, España puede seguir padeciendo años de elevado desempleo y el PSOE perderá la poca relevancia que aún tiene.

Si Sánchez llega a ser presidente de España, debe entender que la crisis económica española no es resultado de los errores acumulados en las últimas cuatro décadas, entre ellos, la rigidez laboral y la corrupción descontrolada, sino que más bien su causa es la misma serie de problemas que afectan a Italia, Portugal, Francia, Grecia y el resto de la Europa periférica. La crisis se ha producido por las políticas que Alemania puso en marcha, las cuales llevaron a la caída de la proporción de salario que conservan los alemanes de a pie y también a la reducción de la inversión interna. En otras palabras, se ha impulsado la cuota alemana de ahorro del PIB mientras la de inversión ha caído.

La consecuencia evidente es que desde 2001 la demanda alemana total se ha desplomado con respecto a la producción alemana total. La única manera que Alemania tenía para evitar el desempleo era exportando sus excedentes. Gracias al euro, a los vecinos europeos de Alemania no les quedó otra opción que asumir la débil demanda germana. O aceptaron bajas tasas de interés y crecientes importaciones de capital de Alemania para crear un consumo insostenible y un boom en la inversión (lo que hicieron antes de 2008), o soportaron el desempleo que debería haber sufrido Alemania (lo que hicieron a partir de ese año).

Mientras el Banco Central Europeo coopere, los legisladores de toda Europa pueden pretender, a pesar de una deuda extremadamente elevada y al alza y un desempleo desgastador, que la crisis del euro no ha sido más que una crisis crediticia, ahora superada. No obstante, la extrema derecha, y especialmente el Frente Nacional de Marine Le Pen, ha diseñado un ataque frontal al origen real de la crisis del euro. En Europa se está reproduciendo una de las batallas clásicas entre banqueros y trabajadores. Defendiendo la moneda y la santidad de la deuda, los legisladores de toda Europa se han puesto del lado de los banqueros. Han permitido que el desempleo se dispare y que la incertidumbre y el miedo se extiendan entre la clase media, mientras defendían la moneda y la santidad de la deuda.

Sin embargo, durante las crisis de deuda, los votos de la gente descontenta va al partido, ya sea de derecha o de izquierda, que defienda más apasionadamente la causa de los trabajadores y ataque a los banqueros. Mientras los legisladores de Europa se niegan a abordar el origen de la crisis europea y la extrema izquierda gasta su energía en teatro e ira, la derecha ha respondido atacando a los banqueros y la idea misma de una Europa unificada. De ahí que su porcentaje de voto haya aumentado y vaya a seguir haciéndolo.

Pedro Sánchez tiene que elegir. Puede tomar el liderazgo de Europa pidiendo un debate de peso en el continente sobre la deuda europea y el euro. Esto significa aceptar que Europa aún no cuenta con la experiencia y las instituciones necesarias para que la unión monetaria sobreviva, e introducir flexibilidad en la moneda unica hasta que se consigan dichas condiciones. También implica reconocer que gran parte de la deuda europea sólo se puede pagar como una transferencia enorme e inaceptable de riqueza de los trabajadores europeos a los bancos alemanes. O puede proseguir con la farsa de «responsablidad» tras la cual la élite política europea se sigue escondiendo. Si escoge esto último, cederá el liderazgo de las clases media y obrera a la derecha racista y xenófoba. Si ésta triunfa o si los partidos de centro adoptan las políticas de la derecha para dejar de perder votos, la UE morirá.

La vieja guardia del PSOE no lo ha elegido para este papel, pero si toma el mando, en Europa así como en España, y reabre el debate sobre el euro, Pedro Sánchez puede detener el declive del PSOE en España y darle la vuelta al amenazador nacionalismo que se está extendiendo por Europa. Si mantiene la farsa de que la crisis se ha resuelto por la disposición del BCE para seguir financiando la deuda española (lo cual sólo hará hasta que los bancos alemanes no estén lo suficientemente capitalizados y tengan que reconocer lo inevitable) puede verse presidiendo en un giro de Europa hacia la derecha nacionalista.

Traducción: Nieves del Saz-Orozco Huang y Charles Saliba