Ni rastro de la pájara

El partido amaneció con un entrañable gesto de desconfianza del isrealí. Pidió el ojo de halcón en su primer servicio. Se equivocó Sela, porque la bola se machó fuera, y así siguió durante el resto de la velada australiana, matinal en Europa: equivocado. No acertó a poner algún problema sobre la mesa para discutir con el español. Su saque no era bueno y tampoco el ritmo de su juego.

Sela pareció el rival idóneo para que Nadal se recuperase de la pájara de la ronda anterior. No aceleraba más de lo debido, no exigía más brío al español, no sacaba fuerte, no tomaba la iniciativa en el juego... En esa tesitura, Nadal se lo merendó en la primera manga. Apenas media hora y 6-1.

El segundo set no cambió la tendencia. Nadal encarriló juegos con una solvencia bárbara y Sela luchó tibio contra un enemigo muy superior. El balear mandaba con su saque y con su derecha. El israelí, propietario de un hermoso revés, se vio impotente para amortiguar el carrusel de golpes. Sin grandes exhibiciones, Nadal también se paseó en el segundo, 6-0, en 29 minutos.

Sela ofreció lo mejor de sí con el partido medio perdido. Se relajó entonces el israelí y comenzó a jugar suelto, arriesgando, sin presión. Complicó entonces el choque a Nadal. En la tercera manga hubo igualdad: en 32 minutos el marcador era 3-3. El balear cometió algunos errores no forzados y eso le privó de sentenciar por la vía rápida. Lo hizo al cabo de unos minutos más en la pista. Sela apretó de lo lindo, le exigió algo más al español -que tuvo que remontar tres bolas de break con 4-5- pero al final cayó, como él mismo esperaba desde el segundo set, ante su oponente, 7-5.