España, a un punto del descenso

La situación no es tan dramática si se tiene en cuenta que abre el domingo Roberto Bautista, al alza en este 2014 de alegrías. Ejerce de número uno en esta España «B» y se comportó como tal el viernes, aunque es verdad que sube la exigencia. Ahora toca Thomaz Bellucci y sólo vale pensar en ese punto, fundamental para llegar con vida al quinto. Para entonces, Pablo Andújar buscaría reconciliarse consigo mismo después de rozar la gloria ante el mencionado Bellucci . Visto lo visto, no parece que Rogerio Dutra Silva pueda incomodarle demasiado. Pero el peligro existe.

Se llega al extremo porque el dobles no salió nada bien . A López y a Marrero, que suelen jugar con Granollers y Verdasco, respectivamente, les costó demasiado entenderse, normal después de tanto tiempo alejados. En un país de individualidades, apostaron por un circuito casi clandestino y se han sabido ganar muy bien la vida, campeones de dos títulos juntos en 2010. Pero no coincidían en la pista desde 2012 y eso jugó en su contra, y más ante unos enemigos tan poderosos.

Soares y Melo, que tampoco suelen mezclarse a lo largo del año, son dos de los mejores del planeta. El primero de ellos, de 32 años, es el sexto del mundo, mientras que el segundo, de 30, es el quinto, argumentos de peso a favor del conjunto brasileño. Además, y aunque tampoco esta vez se llenó el pabellón de Sao Paulo, la gente se encendió y hubo algo de pasión al comprobar que los americanos están muy cerca de la gesta.

A España le penalizó tremendamente el saque de Marc López. El catalán tiene muchísimo talento, una muñeca de seda y aguanta todo lo que le llegue al fondo de la pista, un restador de primer nivel. Sin embargo, su punto débil es el servicio y lo perdió en tres ocasiones en los dos primeros sets, demasiada concesión. Pese a la entrega, fuera de toda duda, la selección estaba condenada con ese 6-3 y 7-5 del marcador.

Pesaba mucho esa desventaja y las caras no expresaban esperanza. Marrero y López se diluyan al tiempo que Soares y Melo cerraban puños y sonreían, enormes en la red y atentos a todos los cruces. Jamás hubo opción de cambio y a España le bastó con aguantar para apurar al máximo, escrito su destino desde el término de la segunda manga y sentenciada otra vez con la pérdida de un saque de Marc López. Está herida, pero no muerta .