Betis 1-1 Real Madrid
La inspiración de Isco como bético en su reencuentro ante el Real Madrid
Notable actuación del exjugador blanco, que tuvo el triunfo de su equipo en la recta final con un cabezazo que se acabó estrellando en el palo de Lunin
Isco, entre Kroos y Bellingham, durante el partido del Benito Villamarín
En la orilla del túnel que desemboca en el césped del Benito Villamarín, bajo un plácido sol de invierno, saludaba con una amplia sonrisa a Toni Kroos y abrazaba afablemente a Luka Modric, esos excompañeros de talento superlativo y regularidad imposible que ... tantos minutos le arrebataron en el centro del campo del Real Madrid. Pero el rostro de Isco Alarcón, a pesar de denotar una innegable pillería andaluza, garantizaba una concentración superior. En el Betis ha vuelto a ser el futbolista que en pequeños pero mágicos momentos de su carrera fue; parece haber ganado al fin el pulso a la discontinuidad que le convirtió en un suplente habitual en la capital y, ante el club donde un día halló la felicidad, quería el malagueño demostrar que el resto del mundo se equivocaba al tratarle como una causa perdida con apenas 31 años.
De hecho, no era la primera vez que se enfrentaba al gigante blanco desde su marcha en el estío de la temporada pasada. Entonces vestía la camiseta del Sevilla (cómo puede cambiar el rumbo de una vida en unos pocos meses) y su paso por aquel partido se acercó más a la pena que a la gloria. Destacar futbolísticamente en un Sevilla obsesionado con el escándalo en estas últimas campañas es veramente complicado.
Comenzó el partido en el estadio verdiblanco y como en cada tarde que ha portado el escudo del Real Betis sobre su pecho, Isco reclamó cada balón. La libertad que le da Manuel Pellegrini (por cierto, el entrenador que potenció sus incipientes artes en aquel Málaga de Champions League) es plena. Se movía a su antojo entre líneas y muy pronto encontró el lugar exacto, la zona donde el Real Madrid más podía sufrir: el limbo entre Lucas Vázquez y Brahim Díaz. Ahí podía recibir sin agobios e idear la conexión con su mejor su socio, Ayoze Pérez. Es más, de este maridaje nació la ocasión más clara del Betis en el primer tiempo: una cadena de paredes que acabó en un disparo mordido, inofensivo, de Isco.
Sin embargo, más allá del afán inicial del mediapunta andaluz, el bonito fútbol del Real Madrid opacaba sus virtudes. Vivía el Betis agazapado en su propio campo mientras su número 22 perseguía sombras y añoraba el contacto con la redonda. Eran otros chicos bastante más jóvenes que él los que brillaban con la camiseta que tantas veces vistió; la huella en el partido de Jude Bellingham y Rodrygo Goes era profunda. Asimismo, ante la adversidad, Isco decidió cruzar la frontera de la línea central y echar una mano en la atropellada salida de balón de los locales. Mejoró entonces el juego del Betis, incluso de una nueva asociación entre Isco y Ayoze rozaron los andaluces un empate que solo Andriy Lunin pudo evitar.
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