esbozos y rasguños

Despertar tarde

El Cholo lleva una vida demostrando que hará todo lo que esté en su mano para ganar, caiga quien caiga, ya pase eso por molestar, mentir, fingir, provocar o desquiciar al rival

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El Madrid pudo ofrecer su mejor cara sobre el campo cuando decidió, al fin, olvidarse por un rato de los árbitros y centrarse en lo que tocaba, en lo que sí podía controlar: jugar al fútbol. Difícil hacerlo, eso sí, tras el agotador intercambio de ... comunicados durante la semana previa. Dar más protagonismo del que ya tienen a los árbitros es echar gasolina al fuego. No nos pagan lo suficiente para hablar tanto de ellos. Ni siquiera a los propios futbolistas.

Dedicar una pancarta desde la grada de animación a las acusaciones chuscas de Simeone sobre el Madrid y los árbitros también es entrar en la provocación de todo un experto en la materia. El Cholo lleva una vida demostrando que hará todo lo que esté en su mano para ganar, caiga quien caiga, ya pase eso por molestar, mentir, fingir, provocar o desquiciar al rival. Por meterse, en definitiva, en la cabeza del oponente. Que se lo digan a Beckham. Y eso fue lo que consiguió en la primera parte, sembrando discordia, cizaña y paranoia arbitral en el Bernabéu.

El que no pudo disimular su enfado en el Bernabéu fue Valverde, a quien no le gustó lo más mínimo que le movieran al lateral derecho tras la entrada de Camavinga y Modric. Lo manifestó con vistosos aspavientos en mitad del césped, gesto poco habitual en un pretoriano tan discreto como él, siempre dispuesto y a favor de obra. Aunque creo que no le falta razón: retrasarlo a una posición tan exigente como la del lateral tras la paliza física que llevaba encima el uruguayo es poner al jugador en un compromiso, en la línea de fuego. Una vez más, Ancelotti se mostró algo lento con los cambios. Un amigo llama 'carteralenta' a esos conocidos que siempre tardan un segundo más de la cuenta, ese segundo calculado y decisivo, en agarrar la factura y pagar una comida. No desenfundan a tiempo, haciéndose los despistados. A Ancelotti, a veces, le ocurre algo parecido con los cambios: digamos que tiene la intención, pero se demora esos minutitos de más, por eso de las jerarquías y el qué dirán, y termina pareciendo algo tacañón. Un poco más de Brahim antes habría supuesto un soplo de aire fresco arriba. Al final cambió al que está mejor: Rodrygo.

Al final fue un empate de esos en los que no hubo ese mal llamado 'reparto de puntos' porque el único que salió reforzado del resultado, en realidad, fue el Barça. Hay otra verdad que tampoco conviene disimular: por el momento el Real Madrid todavía no ha ganado a un rival directo y verdaderamente exigente en el Santiago Bernabéu. Solo al Borussia Dortmund y con esa remontada tocando a rebato. No está siendo Chamartín ese fortín inexpugnable en el que someter a competidores directos y asegurar puntos. Llegan ahora semanas y oponentes para intentar revertir esta situación.

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