Grada de preferencia

Arriba y abajo

Uno, se juega la Liga; otro, el descenso. Los destinos del Madrid y del Espanyol (de Barcelona) esta noche de domingo veraniego y extraña competición del silencio son tan contrarios como la «Historia de dos ciudades» de Charles Dickens, tan distintos como la gloria y ... la miseria. Hay un dicho madrileño, muy del Rastro, ese zoco popular y ramoniano, que cabe aplicar a la gestión del club catalán: «Quien vende, acaba». Aquí sería, y en el fútbol suele acertar, «quien cambia (de entrenador) acaba (mal)». De Europa al infierno (descender a Segunda división) sería el camino recorrido por los denominados, cariñosamente, «pericos». Han cambiado tres veces de entrenador: Gallego, Machín y Abelardo y ahora, Rufete. Así no hay quien programe nada. Sí, quien cambia, acaba; el ejemplo contrario es Jürgen Kloop y el Liverpool y su apuesta a medio plazo. Porque para los de Anfield esta historia comenzó en 2015. Desde entonces, una Champions y ahora la Premier. La palabra mágica es continuidad. En el fútbol, como en buena parte de los asuntos de la vida, todo fracaso es un mal cálculo. Hoy vuelve Raúl de Tomás, y Bernardo, y Cabrera. Pero la puerta del descenso la tienen abierta.

Mientras, el Madrid llega con Casemiro, Kroos desde el principio y Marcelo (Mendy, que le ha ganado el puesto, está sancionado). La Liga depende de ellos. Es una ventaja y un doble riesgo. Zidane ha cambiado de libro. Vinicius, a la derecha y Hazard, a la izquierda. Pero el hueco de este regreso es, por ejemplo, el lateral derecho. Si se lesiona, o le sancionan a Carvajal, no tiene sustituto, cuando llega la noticia de que Achraf, tras su éxito en la Bundesliga, es posible que se vaya al Inter. Centrales, solo dispone de tres y Casemiro no tiene un doble, porque Valverde juega a otra cosa. Más le vale al Madrid encomendarse al santo que evite las lesiones porque son puestos muy sensibles, y la opción de Mendy en el lateral derecho, como se diría en las películas, «no es una opción». No es un partido de trámite, es el típico partido en que un exceso de confianza tira una Liga. Así que atentos a la pantalla.

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