GOLF
La pareja de ingenieros agrícolas españoles que mima la hierba de la Ryder Cup
Lara Arias y Alejandro Reyes se encargan de que el campo Marco Simone esté impecable durante la competición
Jon Rahm: «Ni 'fair play' ni gaitas, yo sólo pienso en la revancha ante estos»
Lara Arias y Alejandro Reyes con su perrita Ryder, ayer en el campo de Marco Simone
Cuando se habla del equipo europeo de la Ryder Cup el concepto no se queda sólo en los doce jugadores, sus 'caddies' y sus capitanes. El grupo se amplía mucho más hasta el punto de necesitar unos miembros de similar importancia en todo lo ... que rodea a las estrellas para hacerles la vida más fácil durante la semana de competición. Los hay que simplemente están al lado de ellas para que no les falte de nada en sus labores diarias y otros sin cuya participación sería imposible que funcionaran las cosas. Es lo que sucede con los responsables del mantenimiento del campo.
En la terminología del golf se suelen utilizar los términos de superintendente o 'greenkeeper' para designar a quien tiene la misión de mantener la zona de juego en las mejores condiciones posibles. En un recorrido de pueblo tendrá a su cargo a un par de jardineros que le ayudarán a cortar los 'greens' y las calles, y en un club de lujo a un equipo de veinte o treinta operarios. Ahora bien, cuando se trata de un acontecimiento como la Ryder Cup, que van a ver por televisión 500 millones de personas, no se puede escatimar en mano de obra. «Durante estos días estamos trabajando en Marco Simone ciento veinte personas con horarios de sol a sol», comenta Lara Arias, directora del grupo de trabajo que codirige junto a su pareja, Alejandro Reyes. Estos ingenieros agrícolas cuentan con gran prestigio en el mundo del deporte verde, ya que fueron los responsables de tener el Golf National en perfectas condiciones en la pasada edición de París, de tan grato recuerdo para los continentales. Por eso se reclamó su presencia también para esta edición de Roma.
«Acabamos tan reventados de la experiencia francesa que juramos no volver a embarcarnos nunca más en una aventura así –bromea Alejandro– pero, cuando nos ofrecieron trabajar también en Italia, nos lo replanteamos. Aunque no fue fácil». El principal problema con el que se encontraron fue el de la pandemia, como recuerda la zamorana. «La primera vez que vinimos aquí fue el 28 de febrero de 2020 y dos días después cerraron las fronteras. No pudimos regresar hasta el verano», mientras que al murciano tampoco le hacía mucha gracia que en la ciudad eterna no hubiera ninguna cultura de esta actividad. «En otros países que viven del turismo de golf saben lo importante que es tener los campos al máximo nivel y, sobre todo, la repercusión que tiene una Ryder Cup para el futuro. Pero en Roma esto nunca lo han terminado de entender y, como preveíamos, se ha hecho difícil llegar hasta aquí porque son muy desorganizados».
Pese a ello, ambos se embarcaron en una aventura en la que, afortunadamente, nunca les han faltado medios. «Nos reunimos con la dueña del club, le expusimos nuestras condiciones y nos dio carta blanca para hacer lo que quisiéramos siempre que lográsemos la excelencia. Nos dio un equipo de veinte personas fijas y hasta un pase para venirnos con nuestra perrita, pues hasta entonces no dejaban pasar animales al recinto», recuerda Reyes con una sonrisa. Para estos últimos días, además, el grupo se ha incrementado exponencialmente, pues se les han añadido «un centenar de voluntarios que previamente habían estado trabajando con nosotros en los torneos que se han estado celebrando en los últimos años. Ya nos conocíamos todos muy bien y así las cosas marchan solas», reconoce Arias.
Según se han acercado estos últimos momentos la tensión se ha incrementado, aunque las condiciones climáticas les han ayudado a aliviarla. «El verano fue muy caluroso, pero tuvimos unas lluvias hace poco que han dejado el campo ideal y ahora simplemente se trata de mantenerlo con tres pasadas diarias», indica él. Para ella, embarazada de siete meses, lo mejor es que «teníamos la experiencia de París, donde todo funcionó y fuimos el decimotercer jugar del equipo. Con esa confianza hemos trabajado a tope».