El mercado de Cazón Palangana

¿#CristianoASevilla?

Las consecuencias del fichaje del crack luso

A este Sevilla me lo han pasado por Pesadilla en la Cocina

Con el equipo sumido en una crisis de resultados, bueno, de resultado, en singular (6-0 contra el Arsenal) y habiendo vendido a una de las mejores parejas de centrales que ha tenido el Sevilla en su historia, creo que ha llegado la hora de ... abrazarnos al salseo veraniego. Es el momento de Monchi, de imaginar e ilusionarse, y, como los sevillones somos tan extremistas, de practicar el onanismo mental.

«Georgina paseando con los niños por la calle Asunción. Piénsalo».

Las respuestas al tuit no tienen desperdicio, demostrando que, en esta santa tierra, si algo se tiene es guasa, imaginación y, en las postrimerías del mes de julio, mucho tiempo libre. Es por ello que me he visto en la obligación de dedicarle a este asunto el artículo de hoy. Déjense llevar por su imaginación que, de momento, es gratis. Dentro tuits.

Está clarísimo. Cristiano y Georgina llevarían a sus hijos ataviados con sus respectivos trajes de seises de adecuadas telas rojas y blancas. Entonces a Cristiano pasarían a llamarle CR seise. Cientos de sevillanos acudirían a la catedral en el último de mayo para comprobar cómo esos niños se sevillanizan en un gran día para la ciudad como es el Corpus Christi. Aunque pa corpus, el de Cristi, que bien trabajao se lo tiene. Más fuerte que un turrón de oferta.

Para comprar sí, pero Georgina nunca cerraría El Cortinglé para merendar en su cafetería. Si en algún sitio de Sevilla se puede sentir cómoda la mujer de Cristiano es allí, merendando crepes de nutela rodeada de mujeres mayores, vecinas de Los Remedios, con grandes collares de perlas. Me la imagino compartiendo confidencias con ellas. «Como se lo digo, Doña Francisca, mi niño el grande está hecho un demonio. Es clavaíto al padre. Tiene más tonterías que la chaqueta de un heavy. Qué ganas tengo de que acabe el colegio y se haga un hombre de verdad».

Si a Georgina no le diesen asco las palomas demostraría ser una mujer terrenal, y eso no va con ella. Por eso, como dice mi compañero, vecino y amigo, Juan Carlos Vergara, la influencer guardaría cierta distancia con ellas y no compraría alpiste, sino ferreros roché, para arrojárselos a puñaítos al ritmo del «PIIITAS, PIIITAS». No descarto que sea Georgina la que ha comprado el mítico Bar Citroen pa poner el Bar Porsche.

Creo que Georgina fliparía al descubrir el diseño de los vasos de duralex. De hecho, la célebre pareja iría al Bar Jota para pedir varias cervezas, disimular un rato como si se las bebieran (ellos no beben alcohol, eso solo lo hace la gente pobre), vaciándolas en el alcantarillado, y llevarse los vasos para casa. Ya en el hogar, no emplearían esos resistentes recipientes para beber sino para decorar. El vaso en el que se ha bebido tu colega Antonio medio millar de cervezas de tanque se transformará en maceta para plantar hierbabuena, albahaca y mierdas varias. Ideas que la gente saca de ver vídeos de youtube de influencers (persona a la que se le hace caso) llamados «house tours». Vídeos cotidianos que son auténtica droga. Si aún no han visto alguno, NO LO HAGAN.

Lo siento por Casa Coronado, pero a Georgina no la hace esperar nada ni nadie, ni siquiera la mejor cerveza del mundo acompañada de un platito de arvellanas . Mira, si los cacahuetes fuesen de miel y azúcar marca Eagle, a lo mejor. Eso sí, creo que disfrutaría con el ambiente rancio-moderno de Coronado. Es el botellón de los puretas. Alcohol, frutos secos y la conquista de la calle allende los veladores. Creo que es de los pocos bares de Sevilla a los que se les permite esa licencia. Curioso ambiente cargado de rebeldía tardía, lleno de macarras formales.

A ver, a ver, no conocéis a la mujer de Cristiano. Bueno, yo tampoco, pero me he tragao su serie documental de Amazon y estoy en condiciones de asegurar que Georgina no soportaría estar en una calle abarrotá de gente que le grita ¡GUAPA! a una mujer y que esa mujer no sea ella. Por muy cofrade y macarena que se haga la muchacha.

Siento deciros que Pino Montano ya tiene un rey y se llama Iván Rakitic. Eso sí, me ha encantado la expresión de «echarle horas a una muchacha» que, a partir de este momento, sustituye a la que era mi preferida para referirse a un roneo de barrio: «el chaval que le habla».

Ojalá se haga realidad el fichaje del que fuese mejor futbolista del planeta, no por verlo jugar con la camiseta sevillona sino por ver su cara en el vídeo de presentación cuando Pepe Castro lo coja por banda en el antepalco y le diga: «Sí. Aquí están. Las seis europalí . Este es el único lugar del mundo donde se pueden ven tantas juntas«. Monchi, házlo.

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