La inteligencia artificial asalta las casas de apuestas
Casas, pronosticadores y apostadores se forman para sacar máximo provecho a una tecnología que cambia las reglas del juego. ¿Quién sale ganando?
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Iniciar sesiónDesde hace un año, cuando irrumpió en nuestra vida ChatGPT, se escribe sin parar sobre inteligencia artificial (IA) en los medios de comunicación de todo el planeta. Sin embargo, hay poco publicado sobre el impacto de estas máquinas en las apuestas deportivas, un negocio que ... sólo en España movió más de 7.000 millones de euros el año de la pandemia. Aunque ya utilizaba desde hace años la IA para crear 'chats' automatizados con clientes o ajustar sus cuotas, el sector lleva meses enfrascado en calibrar las consecuencias que tiene la generalización de su uso para encontrar patrones que habitualmente se escapan al cerebro humano desasistido. Es evidente que la IA multiplica la capacidad para procesar grandes volúmenes de datos y encontrar correlaciones significativas a ambos lados de la pantalla (tanto apostadores como casas). Y surge una pequeña inquietud de fondo: si todo el mundo termina accediendo a estas herramientas sofisticadas, ¿qué futuro tiene el negocio?
Ya no hace falta, en teoría, acudir a los pronósticos de un 'tipster' o informador experto antes de colocar una apuesta: cualquier apostador puede preguntar a la inteligencia artificial. Pero aunque falta tiempo aún para que se desarrollen herramientas de predicción fiables, algunos expertos se preguntan si las casas de apuestas son conscientes de los efectos a largo plazo sobre su modelo de negocio. Hasta ahora, en la mayoría de los casos, la información que poseían las casas para calcular probabilidades y cuotas estaba fuera del alcance del apostante medio; con ordenadores que pueden recopilar y analizar océanos de información en segundos, presentan una gama de opciones para apostar muchísimo más amplia que hace una década: centenares de apuestas diferentes para un solo partido de fútbol, por ejemplo.
El terreno de juego, sin embargo, podría igualarse en un futuro. «En un escenario donde apostadores avezados tecnológicamente fueran capaces de detectar todas las variables que pueden afectar un partido, no habría margen para que nadie ganase», explica en conversación con ABC 'Nishikori', uno de los 'tipsters' de tenis más conocidos en el mundo de las apuestas. «Pero no lo tenemos nada claro todavía… La IA no puede computar variables muy subjetivas. Y una cuota no está compuesta sólo por datos objetivos. Si la gente apuesta siguiendo su instinto, las casas de apuestas tienen que modular sus cuotas. Un ejemplo: incluso en el caso de que la casa de apuestas tuviese un modelo de IA perfecto y dijese que la cuota es de 1,8, si todo el mundo apuesta a esa cuota, tiene que bajarla por ejemplo a 1,6 para ganar dinero. Su trabajo es ganar un poco en cada apuesta, mover sus cuotas en función del dinero que reciben».
Reaparece aquí el eterno debate entre la capacidad del hombre y de la máquina. 'Nishikori' piensa que hasta ahora triunfaba la inteligencia humana: con toda la información disponible, «al final era yo, y no la máquina, el que decidía dónde apostar… Pero si tuviese conocimientos de programación -reconoce-, quizá ganaría la máquina; los modelos predictivos tienen muchas ventajas: no dudan, no titubean cuando hay pérdidas, no apuestan de más… En definitiva, te traen paz mental, porque son capaces de funcionar sin el componente emocional, aislándonos de los malos resultados puntuales. El problema es que no todos los modelos son buenos. Los hay pésimos».
Uno de los elementos que definen todo juego de azar, desde la quiniela hasta el mus, es la intuición. «La desventaja de seguir siempre a un modelo es que pierdes la intuición», confiesa otro apostador profesional que no quiere revelar su nombre. Este madrileño, que dedica cinco o seis horas diarias al negocio y gana entre 4.000 y 5.000 euros mensuales, está formándose en programación para optimizar sus cálculos probabilísticos. No es un apostador estándar: «Por ahora he llegado hasta aquí sólo con mi cabeza», afirma. «Estoy formado en estadística y sé que es posible introducir el componente subjetivo en un modelo, pero personalmente no sería lo mismo. Ahora bien, muy probablemente las ventajas de tener un modelo van a ser mayores que sus inconvenientes. Y cada vez va a ser más fácil que la gente normal pueda construirse sus modelos con IA. Hay gente 'normal', no programadores, que ya lo están haciendo».
Los modelos avanzan muy rápidamente, permitiendo cada vez tareas más complejas. ¿Un ejemplo? Reaccionar casi instantáneamente a la aparición de una variable inesperada, como lesiones o expulsiones. «Pero en la industria somos perfectamente conscientes de que todavía no comprendemos muchas de las implicaciones que traerá este nivel de disrupción en nuestro modelo de negocio», como comenta en privado a ABC un ejecutivo de una casa de apuestas muy conocida que opera en nuestro país. Se calcula que el negocio global de apuestas deportivas alcanzó los 90.000 millones de dólares en el año 2022. ¿Cómo afectaría al sector el hecho de que los apostantes tuvieran acceso a herramientas de predicción muy precisas? Podría, sencillamente, paralizarlo.
El abogado Raúl Rubio, socio de Propiedad Industrial, Intelectual y Tecnología de Pérez-Llorca, diferencia varios escenarios legales tras la apertura de esta nueva dimensión. Desde el lado de la demanda (de los apostadores individuales), explica: «Es difícil que las casas de apuestas puedan restringir el uso de la IA, salvo en casos de fraude». En el caso de los 'tipsters' o pronosticadores, piensa que «muchos van a anunciar en los próximos años: '¡Trabajo con IA!' Y dado que la regulación publicitaria impide que se promocionen publicando éxitos pasados, será fundamental que no haya un servicio engañoso para el consumidor, de forma que éste viera sus expectativas defraudadas. Puede asimismo que las 'surebets' [apostar en todos los posibles resultados de un evento para ganar en cualquier caso, aprovechando las diferentes cotizaciones en distintas casas de apuestas] terminen siendo ilegales».
Por el lado de la oferta, Rubio remite a la próxima publicación del Reglamento de Inteligencia Artificial de la Unión Europea para fijar ciertas cuestiones de transparencia respecto al uso de la IA por parte de las casas de apuestas. «Los borradores que se han hecho públicos diferencian los sectores por riesgo, y en principio la actividad del juego no está ni prohibida ni considerada de alto riesgo». Destaca, como elemento positivo de la incorporación de la IA, «las mejoras en la detección de fraudes. Las casas pueden utilizar herramientas de perfilado y 'scoring' de comportamiento del usuario, para detectar posibles perfiles fraudulentos [...] La AI va a reducir el riesgo, pero no lo va a eliminar. Algunas cosas siempre se dejarán al azar. Lo que sí se prohibirán seguro son mecanismos que exploten debilidades humanas, así como manipulaciones subliminales».
A este respecto, Mikel Arana, director general de Ordenación del Juego, explicaba a ABC: «La tecnología no siempre juega a nuestro favor. Los avances son constantes, cada vez más complicados de detectar, las dificultades para perseguir son cada vez mayores, pero cuando hablamos de amaños y fraudes siempre acaba interviniendo el ser humano y ahí es donde podemos incidir para que esto no siga ocurriendo»
La mejora en la integridad y seguridad de las apuestas es un argumento habitual entre los defensores de la inteligencia artificial, gracias a su capacidad de analizar patrones de comportamiento sospechoso. (Según Naciones Unidas, cada año se mueven casi 2.000 millones de euros en apuestas irregulares). Este análisis de patrones sería también muy útil para detectar casos de ludopatía tempranamente (la dependencia es otro riesgo del uso frecuente de la IA, dada la facilidad para obtener pronósticos). Pero su principal ventaja para las casas probablemente sea la personalización: apuestas adaptadas permanentemente a las preferencias individuales, incluyendo promociones atractivas en momentos oportunos.
No obstante, como indicaba Rubio, la IA siempre tendrá limitaciones; entre otras cosas, por la naturaleza impredecible de la actividad deportiva. Hay innumerables factores que inciden en el resultado de un evento deportivo. Algunos son conocidos y sirven para hacer predicciones: series históricas, rendimiento actual de un equipo, lesiones, suspensiones, estadísticas individuales, opiniones de expertos… Pero otros no tanto: sin ir más lejos, tentativas de amaño (relativamente frecuentes en el deporte semiprofesional) o problemas personales ocultos en un equipo.
¿Y la diversión?
En el origen de las apuestas está el afán de los jugadores por crear sus propias predicciones, probar suerte y experimentar la emoción del triunfo y la ganancia monetaria. Ese elemento psicológico no aparece en la confección sistemática y digitalizada de pronósticos. ¿Dejarán las apuestas de ser divertidas? ¿Se convertirán en un duelo algorítmico entre casas y apostadores, desprovisto de intuición y mérito individual? «Sinceramente, no creo que la IA vaya a matar el negocio a corto plazo», concluye 'Nishikori': «Las casas tienen siempre la ventaja del margen y hay mucho 'dinero tonto' [apuestas de gente inexperta]... Además, recordemos que en España las casas de apuestas tienen mucho margen y cierran las cuentas a los ganadores recurrentes» (una práctica que ha sido denunciada ante los tribunales por violar los derechos del consumidor). Pero ya hay voces, muy discretas, que se preguntan en foros cerrados si los avances tecnológicos van a eliminar el componente de ocio y apasionada incertidumbre que subyuga a muchos jugadores. «Y tienen razón», asegura el apostador madrileño, «porque en tal caso el negocio estaría herido de muerte».
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