Selección de columnistas
Primero hay que saber sufrir
«Argentina, ni yanquis ni marxistas. Messi escribe la historia, la suya propia y la de todos. Campeones del mundo»
La coronación de Leo
La fe de Argentina consigue un Mundial
Mac Allister, rodeado de franceses
Argentina está bailando a Francia, en la que no aparece ni su estrella Mbappé, se achica en algunos partidos grandes. Los de Messi son ampliamente superiores en la final como lo fueron en la semifinal contra una Croacia que apenas sí pudo ... sobar el balón durante media hora. Como lo han sido en los cuartos contra una Holanda que sobrevivió agónica (milagrosamente) 120 minutos más el descuento.
Los penaltis son parte del fútbol, Emiliano Martinez paró tres. En el primer partido, contra Arabia, anularon tres goles al equipo sudamericano, Holanda empató de misteriosas formas. Angelito fue derribado en el área o lo ayudaron a que perdiera el equilibrio de forma no completamente legal. La puntilla ha sido del propio Angelito en uno de los goles más bonitos en una final de un mundial.
Esta Argentina juega como Brasil en 1970, fusila suavemente con goles. Dos a Francia en el primer tiempo. Francia es la selección franquicia de Qatar, un rejunte de pasaportes que juegan para exhibirse individualmente, con un líder que no aparece cuando de liderar se trata, quizás acusa juventud.
Un detalle a considerar es la suavidad en la ejecución del fútbol argentino, patente en los penaltis convertidos por Messi y en el elegante gol de Angelito. Argentina representa la humildad, los chicos de barrio que juegan fútbol con picardía y corazón, Francia no. Francia, una selección patrocinada por Qatar y UEFA (en los despachos de Sarkozy y Platini), parece temerosa y Argentina lo huele.
Dicen que los madridistas van con Francia pero es imposible, un español no puede apoyar a Francia ni en las guerras napoleónicas ni (mucho menos) en un mundial de fútbol. San Martín fue a la guerra y la batalla en el bando español, Argentina ni se llamaba Argentina y José de San Martín guerreaba en el norte de África. Francia no cae bien desde la segunda guerra mundial.
'Messi 2.1' se consagra, sale Di María (ovacionado y campeón según el actual resultado), ingresa El Huevo Acuña. Un tercer gol, y un cuarto, retratarían lo que estamos viendo por la tele, un baño de fútbol, estrategia y actitud. No importa la pasión, los argentinos fundamentalistas de Bangladés, la catarsis en los festejos en cada rincón de Argentina y el mundo: se sigue jugando el partido. Argentina es potencial campeón del mundo y la mejor selección del torneo, la consagración y la revelación.
Francia no muestra categoría de finalista, una final con Marruecos hubiera sido más disputada. La disposición de los sorteos hizo imposible de imaginar una final americana con Brasil de contrincante. Tampoco es que Francia esté jugando su peor partido y los de Messi el mejor del campeonato. Esta es la realidad fuera de la publicidad y el poderío parisino, el que gana es el fútbol, gana Messi y Messi es el fútbol, la versión más completa, romántica y definitiva.
Le regalan un penalti a Francia … Paren las rotativas que no pasa nada. 2 a 1 es un resultado digno, esperable, pero no retrata lo que vimos durante ochenta minutos. Mbappé empata con categoría. Mejor no hubiera escrito nada, invoqué acaso la yeta, me pego un tiro en el pie.
Empate, me corto las manos. Tocaba sufrir, otro perfil de esta selección (primero hay que saber sufrir, dice el tango). Es verdad que los partidos se juegan hasta el final. Resultó ser una final de infarto. Va a ser que Walt Disney tenía razón y existen los finales infelices. Cae un jugador 'francés' en el área, no cobran nada. Algunos acusamos borde de infarto.
El mundo multiracial (de las colonias), Goliat. El fútbol de pueblos de provincia, David. No le tengo miedo ni al dentista. Mbappé aparece. Toca sufrir, se agregan treinta minutos de prórroga.
No me Judas, Satanás. Hay encastes muy fríos de salida que se crecen en el castigo y se vienen arriba en la muleta, el toro como teatro de la vida y el balompié. Partidos que duran noventa o 120 minutos. Apelo a una de mis cábalas, dejo de ver el fútbol, como excusa voy al baño, a veces funciona. No falla, en el momento en que dejo de prestar atención a lo que acontece, entonces acontece. Creer o reventar, funcionan los besos a las estampitas de Pugliese y el Gauchito Gil, el respeto por los emblemas antigafe no son negociables. Francia empata a tres y ni me entero.
Primero hay que saber sufrir. Después amar.
Argentina, ni yanquis ni marxistas.
Messi escribe la historia, la suya propia y la de todos.
Orgulloso de nuestra selección que luce los colores de mi bandera.
Campeones del mundo.
Gracias Lio, gracias equipo.