El segundo palo

Un hombre de Eton

«Lo de Piqué con Gil Manzano fue el necesario corolario a una carrera que incluye escupitajos por la espalda, gestos ofensivos o peleas con la guardia urbana»

Aún resuenan en mis oídos los ecos de su delicada prosa, que rememora sin duda al mejor Boccaccio: «¡Es una puta vergüenza, me cago en tu puta madre!». Nótese la simplicidad compleja de la construcción literaria, esa consciente redundancia que recuerda al oficio más ... antiguo del mundo y el reconocimiento implícito a uno de los actos más íntimos del ser humano y, a su vez y relacionado con esto último, a la importancia que tiene beber mucha agua y tomar salvado, brócoli o legumbres para ir con regularidad al cuarto de baño. Es la suya, en el fondo, una oda a la dieta mediterránea, una sincera reivindicación de nuestro estilo de vida y, si se me permite, un homenaje al aceite de oliva y a mi querida Jaén, algo inesperadamente patriótico viniendo de él. Y todo ello, por supuesto, sin contar con la evocación a la figura materna y, por ende, a la familia.

Gerard Piqué Bernabéu es, en fin, la mente nacional más brillante probablemente desde Miguel de Cervantes Saavedra y, por mucho que lo pretenda aunque su humildad lo procure, no podrá ocultar por más tiempo que es un hombre del Colegio del Rey de Nuestra Señora de Eton, cuna de primeros ministros, diplomáticos y héroes militares. Eso es él, un héroe del lenguaje, un modelo para todos los críos de La Masía, un ejemplo a seguir, un gentleman en la despedida, la personificación del seny. Pones 'fair play' en Google y sale su cara.

Este apoteósico canto del cisne futbolístico que tuvo como privilegiado destinatario al árbitro Gil Manzano no es más que la perfecta cuadratura del círculo, el necesario corolario a una carrera deportiva inmaculada y profundamente respetuosa con todos y que incluye, entre otros hitos de menor enjundia lírica, escupitajos por la espalda, gestos ofensivos, peleas con la guardia urbana e incluso la promoción para la participación de los incautos en una elección que fue declarada ilegal por el Tribunal Constitucional.

Así que tampoco es de extrañar que el equipo que más nos da el tostón a nivel planetario con los valors y el juego limpio y que considera que es algo distinto a un club de fútbol tenga a este príncipe de las letras y la elegancia como referente y aspire a que algún día, dentro de no demasiado tiempo, escale hasta lo más alto. El Barça, y eso lo reconoce hasta un madridista como yo, se merece a Piqué de presidente. Florentino, hágalo posible como hizo con Laporta.

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