Celta 0-1 Girona
El Girona es imparable: vence en Balaídos y recupera el liderato
La Liga | Jornada 22
Un único gol de Portu tras un preciso pase de Miguel Gutiérrez acabó con un valiente Celta
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Portu firma el 0-1 en Balaídos
Poco parecía afectar al pletórico Girona que Balaídos fuera una olla a presión, que el Celta hubiera preparado una encerrona de dimensiones bíblicas (no se dejen engañar por el amable sol de mediodía que embellecía aún más a Vigo) o que Rafa Benítez, al fin, ... hubiera planteado un partido valiente para vivir en campo rival e incordiar la saneada salida de balón del equipo que mejor trata a la pelota en la Liga. Aceptó el reto el sorprendente líder, fue testarudo, confió en sus principios futbolísticos e, hilando fino, golpeó primero: Miguel Gutiérrez, preciso como acostumbra en esta magnífica temporada suya, vislumbró el corte de Portu hacia la esquina izquierda del área pequeña, y centró raso en el tiempo y el espacio idóneo para que el delantero murciano superara a Guaita por el palo corto. Era el minuto 20; por primera vez en la temprana tarde gallega, Balaídos conocía el silencio.
El gol de Cristian Portugués (ese futbolista que regresó a Gerona con un rol marcadamente secundario, pero con el paso del curso está volviendo a los focos) no había sido un oasis en el juego de los catalanes. Dovbyk había avisado a la zaga celeste con dos testarazos de peligro supremo, Yangel Herrera había generado algún suspiro en la grada con una volea tan lejana como ajustada... El Girona, como si despreciara las virtudes viguesas, desempeñaba su fútbol de forma autómata. Gutiérrez brillaba en la construcción de juego, Aleix encontraba en ventaja a esos dos cuchillos llamados Savio y Tsygankov y, por tanto, los de Míchel realmente se acercaban al 0-2.
Sin embargo, el Celta, con el alma herida como un equipo abofeteado en su propia casa, reaccionó. Mordió aún más si cabe en la altísima presión, subió la línea de cinco defensas a las inmediaciones de la línea que parte en dos al campo y comenzó a tratar con mimo a la bola en zonas ofensivas. En tal caldo de cultivo, con Aspas ideando desde la mediapunta, potenciando el creativo capitán celeste las opciones de ataque de los suyos, el Celta se acercó al empate. La tuvo Larsen de cabeza tras un bello envío lateral de Mingueza; poco después, el propio carrilero criado en el Barça lo intentó desde lejos; Douvikas erró dos mano a mano de manera incomprensible... Pero todos estas tentativas se toparon con un magnífico Gazzaniga.
Lo probó todo el Celta, luchó con ahínco y murió en la orilla. Tropezó, en definitiva, con el líder del campeonato español; un conjunto que, pese a su bisoñez, fue capaz de comportarse como un gigante y dejar al partido sin constantes vitales para, como casi siempre en este sueño sin final a la vista, ganar otro partido de fútbol.
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