Choque de trenes, escribió este periódico horas antes del partido. Sergio Ramos, Diego Costa y Pepe cumplieron el pronóstico. Mantuvieron una duelo de hora y media de tensión, golpes, empujones, codazos, teatro y lanzamientos de salivas que coquetearon con la tarjeta roja. Undiano no se ... mojó. Ni con las salivas recíprocas. Escupió el bulto.
La verdad es que los tres tenían cuitas pendientes del partido Rayo Vallecano-Real Madrid de la pasada temporada. Diego Costa era delantero franjirrojo y se pegó con los dos en Vallecas. Ramos le dio entonces un manotazo que pudo costarle la expulsión. No le vieron. Ahora, en el derbi, el árbitro tampoco vio nada.
La verdad es que Diego Costa salió a incitarles desde la primera jugada. Y sus rivales entraron al combate sin pensárselo. Los empujones reinaron en un principio. Cargas de Costa a Pepe. Devoluciones del central. Choques de Costa con Ramos. Respuestas del sevillano.
Costa le echó teatro en un manotazo de Sergio, cuando el madridista protegía el balón para que se marchara fuera. El cúmulo de acciones más polémico se produjo en la espera de un saque de esquina. Ramos escupió a Diego en una mano. El brasileño contestó lanzándole esa mano a la cara. El defensa protestó a Undiano. Todo era puro teatro de mentiras, medias verdades, engaños y victimismo falso.
Al final, Diego Costa se abrazó a Pepe, primero, y a Ramos, después. Dios los cría y ellos se juntan.
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