Mourinho complica la Premier al Chelsea

Como viene siendo habitual en los recientes enfrentamientos entre grandes equipos ingleses, el fútbol mostrado fue poco dado al elogio del espectador medio . La intensidad, factor glorificado en las islas británicas como el edén de la competitividad, sí quedó patente desde el pitido inicial. Ello provocó que las pérdidas se sucedieran con alta frecuencia en una y otra escuadra, si bien el escenario, bien interpretado por José Mourinho dado el planteamiento que el United exhibió, fue aprovechado por los locales para maniatar los patrones de juego habituales en el líder de la Premier.

Con Ibrahimovic en el banquillo —movimiento influenciado por el partido de Europa League del próximo jueves, pero también con sentido táctico—, el técnico de Setúbal buscó formar un once reactivo con jugadores profundos al espacio y constantes en el desgaste defensivo en la última línea. Allí asomaron Rashford, definidor del primer gol tras un fenomenal pase de Ander Herrera y Lingard, pegajosos en el trabajo sobre la tripleta de centrales de Conte cuando intentaban construir desde atrás. En las alas, Young y Valencia se encargaban de los carrileros blues, mientras que Fellaini y Pogba hacían lo propio con Kanté y Matic. Con la estrella visitante Hazard atosigada por un exhaustivo marcaje de Herrera —le faltó perseguirlo a pedir agua—, la fase ofensiva del Chelsea quedaba limitada a lo que Diego Costa pudiera rascar de su pelea con la defensa del cuadro de Manchester.

Cuando el balón reposaba en los pies de los hombres vestidos de rojo y blanco, la máxima perseguida por Mourinho fue que el Chelsea defendiera siempre corriendo hacia atrás para restringir sus opciones de montar transiciones con espacios, lo que derivó en ataques rápidos con pases muy verticales. Ninguno de los futbolistas de Conte logró trazar alguna acción relevante que metiera el miedo en el cuerpo al United, que fue sintiéndose dueño del partido a medida que el tiempo se consumía, legitimado su plan en la misma medida en que el de enfrente se hacía añicos.

El segundo tiempo comenzó con el 2-0, obra de Herrera tras un disparo enrevesado, el segundo entre los tres palos que contemplaba Old Trafford, y Conte se vio obligado a mirar al banquillo. Retiró a Moses para deshacer su habitual defensa de cinco, desnaturalizada después de que Marcos Alonso se cayera del equipo titular a última hora por lesión, y se encomendó a Fábregas para la búsqueda de un criterio que rompiera la dinámica del envite. Mourinho respondió con Carrick reforzando la media en un movimiento que cerraba el candado y arrojaba la llave al mar. El Chelsea sumó minutos en campo contrario pero no hizo ni cosquillas a los red devils, equipo camaleónico que, poco a poco y pese a estar peleando por el cuarto puesto, ha germinado en uno de los mejores conjuntos de Inglaterra.

Las siete victorias que el Tottenham ha encadenado en las últimas jornadas sacan al Chelsea de su zona de confort . Son solo cuatro puntos en los que ahora aventajan los blues a su inmediato perseguidor, ínfima renta cuando hace apenas un mes ésta ascendía a diez unidades. A seis partidos del final de la Premier, la tranquilidad del técnico italiano reside en el calendario de uno y otro aspirante al título. Mientras que el Chelsea ve en las visitas a Everton y West Brom sus tardes de mayor dificultad, Pochettino debe prepararse para recibir al Arsenal y al United, motivados ambos en la lucha por clasificar para la Champions, y visitar al Hull, que se estará jugando el descenso.