El VAR decide más que el tridente

Acostumbrada a la crítica, la defensa española aprovechó un encuentro de altura para vender su mejor versión. Durante más de una hora Eric García y Laporte dejaron secos a Benzema, Mbappé y Griezmann, meros espectadores de un duelo que se estaba dirimiendo en la batalla del centro del campo.

De Benzema fue el único acercamiento con peligro de Francia en la primera mitad, cuando aún algunos se estaban sacudiendo la tensión de las piernas. El madridista dribló bien a Unai Simón, pero se escoró demasiado y no miró a quién centrar. Azpilicueta acabó despejando a córner. Más allá de eso no se le vio mucho en ataque. Sí apareció en defensa, donde más de una vez tuvo que emplearse a fondo para ayudar a Tchouaméni y Theo en la banda izquierda, los dos más flojos con diferencia del equipo de Deschamps .

Fuera del partido se veía también a Mbappé, muy lejos de la versión eléctrica y potentísima que tiene enamorado a Florentino Pérez. Las dos primeras veces que intentó encarar, en sendos cara a cara con los dos centrales de España, fracasó. Tampoco pudo con Marcos Alonso en una carrera por llegar a un balón dividido dentro del área de Unai Simón. Su estrella, eso sí, surgió en el momento justo. Su primera combinación con Benzema acabó con el trallazo de Theo al larguero que precedió a los dos goles. Luego tuvo otros dos intentos, dos remates mansos, antes de recibir en aparente fuera de juego el balón que acabó decidiendo la final. Hasta la realización de televisión dudó si seguirle en su carrera de celebración hacia la grada, pues todo parecía indicar que su posición estaba muy adelantada respecto a la de cualquier defensor español. Pero Taylor, el árbitro inglés encargado de dirigir la final, pidió calma y esperó paciente a las instrucciones de la sala del VAR. La culpa la tenía un ligero toque de balón de Eric García en su intento por despejar la pelota del área. De nada sirvieron las protestas de los jugadores españoles, porque el gol acabó subiendo al marcador y valiendo un título.

«Se considerará que un jugador en posición de fuera de juego no ha sacado ventaja de dicha posición cuando reciba el balón de un adversario que juega voluntariamente el balón», dice la polémica norma que desde ayer es ya famosa en España. Es decir, como Mbappé recibió la pelota de Eric García, y no de Theo, la acción sería legal. La cuestión es que la misma regla especifica que eso es válido a menos que se trate de «una 'salvada' por parte de un adversario». ¿Y qué es una 'salvada'?: «Una acción de un jugador cuyo fin es detener o desviar el balón, o intentar detener o desviarlo, cuando este va en dirección a la portería o muy cerca de ella». Eso es lo que alegaron los jugadores españoles, que Eric no tenía intención de jugar la pelota, sino alejarla de la portería de Unai Simón. Las quejas cayeron en saco roto y España se marchó de vacío de San Siro. Tras la derrota en la final olímpica, la selección repite subcampeonato en un 2021 de sabor agridulce.