Granada se aburre con el Barcelona

Con todo, el Barça fue el único dueño de la situación y con el balón en los pies es casi imposible que el rival te haga daño, un imposible que consiste en aguantar hasta el límite con la portería a cero y buscar la sorpresa, la misma receta del Sevilla con los evidentes riesgos de que la jugada no siempre sale bien. Al Granada se le presupone una idea atractiva de fútbol, con jugadores muy abiertos pendientes de las contras, pero se quedó pasmado con el gigantesco rondo del Barça, ajetreado en la retaguardia el cuadro rojiblanco porque los de arriba eran figurantes. Se entregó sin rechistar del mismo modo que cedió el cuero y encima se quedó con diez al poco de la reanudación, cuando el marcador ya era foráneo. Entonces ya no pasaba nada de nada. [Así hemos narrado el partido]

No fue una velada de fuegos artificiales la del Barcelona, pero bastó para rellenar el formulario sin faltas ni tachones. La agenda condena a Guardiola a buscar en el armario y cambiar piezas para no exprimir a los habituales y en Los Cármenes presentó a Isaac Cuenca , extremo revoltoso y atrevido que circuló con gracia por la banda izquierda, talento llamado a ser noticia más temprano que tarde porque hablan maravillas de él. Fue, después de un primer acto sin sal, lo más destacado, bien asociado con sus compañeros de etiqueta negra y con buenos dotes en la carrera. A su vera, una versión más dinámica de Messi después del chasco del Sevilla, eléctrico y con ganas aunque se le niegue el pan y la fiesta una y otra vez. Y del resto, poco más salvo la vuelta al 4-3-3 y el golazo de Xavi , un libre directo que superó a Roberto pasada la media hora. Fantástico el golpeo del cerebro, que también tiene derecho a disparar.

Entre bostezos, sin nada que contar, se consumió un partido que murió demasiado pronto. Es cierto que el Barcelona lo tuvo todo bajo control, pero no transmitió ni se divierte como antes, víctima de su fútbol preciosista que consiste en entrar con el balón en la portería sin que la idea se negocie ni se altere. Esta vez dispuso de pocas ocasiones, menos de las habituales si se atiende a la posesión y al número de pases, y se relajó reduciendo marchas hasta acabar andando. Con tan poco, anoche resultó suficiente.

Y más en superioridad, finiquitado el pulso desde que expulsaron a Jaime nada más volver de los vestuarios. Se relajó tanto el Barça que perdió la identidad, olvidó la presión y sesteó hasta el final , más preocupado por el estado de salud de Pedro que otra cosa. Al canario, retirado en camilla, le falló el tobillo y está pendiente de pruebas, la peor noticia ayer.

Nada alegró el paisaje, ni siquiera los nuevos. Hasta el celebrado fin, con el previsible desenlace ya que ninguno de los dos quiso más, el Barcelona afeó su manual y el Granada salvó el resultado con una derrota honrosa. Histórica la cita para la ciudad, el partido fue para olvidar.