El derbi fue azulgrana de principio a fin

Exhibición sin aspavientos de los azulgranas en la primera parte. Con actitud digna de una final, los hombres de Luis Enrique querían agarrar la Liga desde el principio y no dejaron respirar a un Español desarbolado. Discutían Cañas y Abraham. Álvaro y Moreno. Se encontraban siempre en inferioridad y pedían ayuda. El Barça combinaba con rapidez y precisión y generaba superioridades en todas las esquinas del campo. Posesiones largas, que comenzaban una y otra vez. Presión enorme en cuanto había una pérdida y el equipo de Sergio era incapaz de enlazar dos pases seguidos. No atravesaba el centro del campo y corría detrás del balón.

Emergió un Messi estelar, jugador con todas sus letras. Se acercaba al centro del campo y asumía el timón. Nadie sabía como pararle. Era un rodillo el Barcelona con el argentino a la cabeza. De sus botas nacieron los dos goles de la tarde. El primero, estético como pocos. Una combinación milimétrica. Pase en profundidad de Messi a Jordi Alba, centro al área, Luis Suárez la deja pasar y Neymar remata a placer. Dulce el momento que vive el tridente azulgrana, que dan la sensación de haber jugado toda la vida junto. Messi dirigía y la movilidad de Suárez y Neymar era una pesadilla para el Español.

Antes de cumplirse la media hora, anotaba el segundo el argentino. Una jugada en la que Luis Suárez rozaba el fuera de juego al darle el pase, pero en la que Messi definió como muy pocos saben hacer. Había dibujado el Barcelona el mismo escenario que en el Pizjuán, donde acabó tirando dos puntos tras lograr una renta de dos goles. No quería repetir tal hazaña el equipo de Luis Enrique y mantuvo la concentración, sin hacer tanto daño a Casilla, que solo se tuvo que emplear ante Neymar hasta el descanso. Bravo seguía viviendo tranquilo. Apenas un disparo de Caicedo a la media hora de juego sin ningún peligro. El Español no existía.

Arengó Sergio a los suyos en el descanso, apelando al orgullo. Había que compensar la superioridad técnica del Barça con psicología. Una táctica que le funcionó a medias, porque mejoró algo el conjunto blanquiazul, se lo creyeron un poco más, pero no le alcanzaba para superar a un rival muy concentrado. Cambió el partido en apenas tres minutos. Le sacó Casilla un mano increíble a Neymar cuando el tercero asomaba ya en el marcador. En la siguiente jugada, Alba le protestó a Mateu un fuera de puerta y vio dos amarillas en tres segundos por sus recriminaciones. Actitud recurrente la del lateral, que ayer le costó cara a su equipo.

Se lo creía más la grada que el Español, que no sabía como materializar esa superioridad. De hecho, tuvo Messi la opción de sentenciar el partido pero se topó con el palo. Y Neymar mandó alto el balón cuando lo más fácil parecía meterlo en la portería. Estaba satisfecho Luis Enrique con los suyos y mantuvo a su tridente ofensivo a pesar de la expulsión, renunciando a un hombre en el centro del campo. Intuía el peligro arriba el técnico, una apuesta arriesgada pero que resultó acertada. No fue capaz el Español de encontrar huecos en la defensa azulgrana y apenas inquietó a Bravo con algún centro al área. Desesperado, Moreno también se fue a vestuarios antes de tiempo por un capricho de Mateu Lahoz, horrible. Partido bajo control del Barça, que le sirve para sumar tres puntos y acercarse al título. El derbi ya es pasado.