fórmula 1
Triunfal estreno de Verstappen, valioso podio de Carlos Sainz
gran premio de baréin
Doblete de Red Bull con Checo Pérez segundo, gran ritmo del madrileño, tercero, y poca velocidad de Alonso, noveno
Fernando Alonso asume que Aston Martin es la quinta fuerza de la F1
Resultados de la carrera
La salida del GP Baréin
Empieza la Fórmula 1 y la realización de televisión se olvida del primero, líder invisible porque no hay competencia, ni emoción, ni lucha. Max Verstappen oculta las señas de identidad del deporte. Desde el principio su perfección aburre: gana en el estreno en ... Baréin, vuelve a pasearse, sin oposición, rellena el formulario del talento al volante.
La ingeniería de los aeronáuticos que diseñan los coches decreta el orden, sin fallos de los pilotos o averías de los bólidos. Red Bull manda con Checo Pérez segundo y escudero del líder. Y Ferrari escolta al dúo hegemónico con un magnífico Carlos Sainz, valioso tercer puesto del madrileño con más ritmo que su compañero Charles Leclerc, al que adelantó dos veces. Mucho mérito sin duda, aunque su arrebato de rebeldía llega tarde, cuando ya se ha quedado sin asiento en Ferrari.
La profecía de Fernando Alonso se cumple. La simulación de carrera de Aston Martin, lo más parecido a la inteligencia artificial, indicaba que su posición debía ser la novena. Lo clavó la ingeniería. El asturiano no tuvo la velocidad que sí mostró el coche verde en la formación de la pole. Hay cuatro monoplazas más rápidos, Red Bull, Ferrari, Mercedes y McLaren.
«El ordenador no falla», dice De la Rosa en la transmisión de Dazn. Frase certera y muy triste a la vez, porque las matemáticas se imponen. Dos y dos siempre suman cuatro, se quiera o no, en este deporte que engancha por todo lo contrario. Hay más alicientes en la novedad de lo inesperado que en la repetición del placer conocido.
«Ha sido mejor de lo esperado, un disfrute pilotar hoy», cuenta Max Verstappen en una emoción que no se comparte. Es el método cartesiano, que pretende evitar el error y hallar nuevas verdades a partir de las ya conocidas. Verstappen y su Red Bull en la F1.
Salen los monoplazas en el momento más palpitante de la tarde en Baréin y a los dos kilómetros el neerlandés ya ha dictado sentencia. Leclerc no lo agobia, Russell no llega y Carlos está demasiado lejos. De nuevo dice hasta luego y empieza a entonar ese himno holandés que ya ha mimetizado el personal de la F1.
Carlos Sainz aplica esa premisa que imponen los campeones del motor, mejor pedir perdón que permiso. Se suelta la melena en una elección que es reseñable y tardía. Se ha pasado tres años aceptando con buenos modales las leyes no escritas de Ferrari en vez de ejecutar la ley caimán, según la cual comes o te comen.
Muy fuerte
«Me he sentido muy fuerte, he hecho una buena gestión de neumáticos y ha sido una sorpresa positiva estar cerca de un Red Bull», manifestó el madrileño.
Sin pedir permiso adelanta dos veces a Leclerc, el que se queda en Ferrari, futuro compañero de Hamilton, y se lanza a por el podio que su ritmo al volante del Ferrari merece.
El pelotón se ordena por segmentos, Red Bull con Verstappen líder, Ferrari con Sainz al mando, Mercedes con más velocidad de Russell, McLaren y dos pilotos parejos y quinto, Aston Martin, con Alonso en tierra de nadie.
Alonso tiene ese fuego interior que nunca ha mostrado Carlos Sainz. Y por el lado del asturiano se difumina el gran premio, sin la lucha por el podio, por objetivos potentes. Un inicio de curso tan distinto del año pasado, cuando aquel «yeees» al pasar a Hamilton y el «bye, bye» al adelantar a Sainz incitaron a pensar en una temporada de ensueño para el veterano guerrero. Como así fue, con ocho podios e ilusiones renovadas.
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